La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas había anunciado que ésta, junto con 'Alatriste' (2006-Agustín Díaz Yanes) y 'Volver' (2006-Pedro Almodóvar), habían sido las películas propuestas para representar a España en la 79 Edición de los Oscar de Hollywood, en la categoría de película de habla no inglesa. Días después, quedaba apeada de la carrera: son tres las propuestas y sólo una la seleccionada. Este año, La Academia proponía, sin alternativas, una vuelta de tuerca en el tornillo del recuerdo histórico-social porque saliera la que saliese, saldría 'volver': "girar la cabeza, el torso, o todo el cuerpo, para mirar lo que estaba a la espalda", o bien, "poner o constituir nuevamente a alguien o algo en el estado que antes tenía".
I si canto trist
és perquè no puc
esborrar la por
dels meus pobres ulls.
...
I si canto trist
és perquè no puc
oblidar la mort
d'ignorats companys.
...
I si canto trist
és per recordar
que no és així
des de fa tants anys.
Y si canto triste
es porque no puedo
borrar el miedo
de mis pobres ojos.
...
Y si canto triste
es porque no puedo
olvidar la muerte
de compañeros ignorados.
...
Y si canto triste
es para recordar
que no es así
desde hace muchos años.
(Fragmento de 'I si canto trist', 1974 - Lluis Lach)
Es de agradecer, en estos tiempos de politiqueo de urna, ora intolerante, ora tergiversador, capaz de mover los hechos de año a conveniencia, que hayan habido quienes han dedicado dinero, tiempo y esfuerzo en poner un poco de orden en los desordenados recuerdos de la memoria histórica de un tiempo y un país.
Siendo una película de productor, éste tuvo que buscar director y descartó automáticamente a los que le preguntaron "¿Y quién era Puig Antich?" (oh, estos tiempos de ignorancia globalizada, de pasado desmemoriado, de presente fungible y de futuro reconvertible). Finalmente, Jaume Roures encontró en Manuel Huerga el director al que encargar el proyecto de poner en imágenes la historia del joven anarquista vilmente ejecutado a garrote a finales de la dictadura.
El guión de Lluís Arcarazo, basado en el libro "Cuenta atrás: Historia de Salvador Puig Antich" de Francesc Escribano, estructura la reconstrucción de una época conocida, vivida y sufrida por varias generaciones. El director ha dosificado y planificado las imágenes para enmarcar justamente los hechos en el contexto de los años del franquismo, cuando el miedo era el pan de cada día, eludiendo lo superficial para, combinando 'thriller' y melodrama, componer la figura de un joven que no fue un mártir, ni un héroe, ni tan siquiera absolutamente inocente pero que, fruto de una coyuntura histórica llena de fatalidad y de un sistema judicial totalmente alejado de la justicia, acabó siendo tristemente asesinado a manos del Estado.
La película busca desempolvar la memoria por la vía de la emoción de la mano de un protagonista, Daniel Brühl, que aporta credibilidad al personaje de utópico joven revolucionario desnortado y de un funcionario de prisiones, Leonardo Sbaraglia, que acaba viendo que, más allá de estar en cada lado de la reja, no hay tantas diferencias entre ellos dos; se adentra por el sendero de la convulsión presentando unas ambientadas estampas de calle de época con botes de humo, caballos, uniformes grises y vehículos Land Rover de techo gris y lateral pálido; corona el pico de la revulsión en la escena del garrote vil, atenuada visualmente con un poético movimiento de cámara antihorario que sugiere la regresión desde el tiempo presente del espectador al instante de los hechos pasados mientras busca aliviar la tensión del sin sentido que se está realizando ante la mirada, callada y hasta indiferente, de los funcionarios presentes; atempera el ánimo con el entierro bajo una copiosa lluvia (¡que llueva y limpie azoteas, calles y alcantarillas!; o mejor aún, ¡sé la lluvia!) y deja al espectador ante los créditos de fin con Lluis Llach entonando un 'I si canto trist' que sintetiza el estado anímico de quien haya seguido las imágenes y recuerde, aunque no se mencione, que Salvador no fue el único ese día.
Este año, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha preparado un trío para la reflexión desde el recuerdo de lo que fue y no pudo ser de otra manera. Volver: anudar el hilo de la historia o discurso que se había interrumpido con alguna digresión, haciendo llamada a la atención. Alatriste: documental realista desde el barro, la mugre y la pobreza física y moral del decadente imperio de la España ¿del siglo XVII?. 'Salvador': volver a recordar y, halo triste, recordar para no olvidar.
Leo en un suplemento especializado de prensa (La Vanguardia, Dinero, 24-Sep-06): "En su primera semana de funcionamiento el nuevo servicio de películas por internet iTunes Store ha facturado un millón de dólares, cuantía que corresponde a un total de 125.000 descargas, según ha revelado el presidente de Disney, Robert Iger. Los filmes más vendidos han sido, previsiblemente, 'Piratas del Caribe' y 'Los increíbes' ".
Ummm, por regla de tres: facturado, millón de dólares y 125.000 descargas; deduzco que la descarga debe ir a unos 4 dólares.
Sigo leyendo: "Los precios de iTunes: 11,77 euros (dos menos durante la promoción) las películas de estreno o 7,85 euros las de catálogo".
Algo no funciona en el mundo real... porque aún leyendo un artículo especializado hay que leer entre líneas (una división mental apunta a que lo que se indicaba como 'facturado' debe interpretarse como 'ingresado como beneficio'), hay que echar mano de la calculadora porque unas cantidades vienen en dólares y otras en euros y, curiosamente, los precios de descarga se indican en euros cuando el servicio, por ahora, sólo está disponible en Estados Unidos.
M. Night Shyamalan también intuye que algo no funciona en el mundo real; pero él no lo hace desde la lectura de un artículo de prensa sino desde su perspectiva de creador sensible y, además, concluye que al hombre le cuesta cada vez más escuchar, no porque se esté quedando sordo (escuchar es algo más que oír) sino porque no presta atención a aquello que no le interesa, entendiendo interesar como 'reportar interés' más que como 'inspirar interés o afecto'.
Una narración introductoria nos pone en antecedentes de cómo el hombre en su ansia de acaparar más de lo que necesita se ha ido alejando del Mundo Azul y de sus criaturas, cambiando en ese recorrido, hacia la tierra interior, sentimientos vitales por cosas materiales. Las criaturas del Mundo Azul se resisten a dar por perdido al hombre e intentan recuperarlo, por ello se arriesgan en misiones de sensibilización aprovechando que éste aún no se ha desvinculado del agua matriz.
La imagen real abre con una escena significativa: el protagonista, encargado del mantenimiento de un bloque de apartamentos, se encuentra enfaenado en un fregadero. En primer plano, desenfocado por la proximidad a la cámara pero identificable para que nos situemos espacialmente, el sifón del fregadero. Enfocado, el protagonista equipado con el mango de una escoba cuya punta no vemos porque está introducida en la abisales profundidades del submundo que aparece al abrir las puertas de los armaritos de debajo del fregadero de la cocina. Al fondo de la imagen, los inquilinos, un padre italiano que ejerce de traductor entre las palabras del especialista americano enfaenado y sus asustadas italianas cinco hijas. Hay algo bajo el fregadero que ha asustado a las hijas y que ha requerido la presencia del encargado. Tras unos momentos de violenta agitación del mango de la escoba, todo parece haber concluido. Nos quedamos sin saber qué era lo que había, y sin ver qué es lo que ha quedado, pero se intuye que o bien era una rata perseguida, acorralada y rematada en su guarida o bien no ha sido más que un teatrillo que ha hecho el señor de mantenimiento para calmar los ánimos de las señoritas que algo vieron esconderse bajo el fregadero pero que ya no estaba allí. Imágenes y palabras, sin pruebas visibles, pueden tranquilizar a cualquiera que necesite ser tranquilizado.
En 'La joven del agua' se oyen, versionadas, canciones de Bob Dylan -- The Times They Are A-Changin (1964), It Ain't Me Babe (1964), Maggie's Farm (1965) -- y siempre que en plano sale un televisor, en su pantalla se ven imágenes de helicópteros y soldados. Si no fuera porque aparecen teléfonos móviles podríamos ubicar temporalmente la acción en 1966. Cuarenta años transcurridos y el mundo real no parece que haya cambiado demasiado: los noticiarios siguen acompañando a la audiencia con imágenes de soldados americanos combatiendo en tierras lejanas. Por eso no es de extrañar que el monstruo que acecha a la ninfa del agua, y que no duda en saltarse las reglas tácitas del juego limpio porque sabe que no es una ninfa cualquiera y quienes han de velar por el cumplimiento de las reglas no hacen acto de presencia, sea detectable a los ojos humanos cuando éstos miran atrás con un espejo: hay cosas que sólo pueden verse cuando se mira por encima del hombro, hacia esos hechos pasados que están, ahí, flotando a nuestras espaldas. Por eso es tan efectivo el plano en el que el depredador se queda mirando el trapo rojo que está dando vueltas en la lavadora, el morro de inyectados ojos rojos se solapa al trapo rojizo y todo desaparece tapado por el vaho cuando el animal echa el aliento: la cazadora vaharada depredadora tapa la mecánica tarea de lavar el descolgado trapo sucio rojo sangre.
Se plantea una cuestión con trasfondo: ¿Quieres saber lo que te va a pasar?. Hay quien opta por seguir en el desconocimiento de lo que le sobrevendrá y hay quien desde el primer momento sí quiere saberlo para, finalmente, como confirmación de las deducciones elaboradas a raíz del soplo de avance obtener la demoledora respuesta de "tu hermana tendrá siete hijos y tu verás el segundo".
Hay quien cree saberlo todo sobre algo específico que tiene tabulado y clasificado, ejerce de profesional en dicha especialidad y, cual oráculo, es creído por sus convecinos. Sin embargo, su especialidad no es más que una mera ficción y cuando se encuentra en una situación real cae a cuatro patas como cualquier otro hijo de vecino. Impagable el personaje del crítico de cine y significativa la escena en la que se encuentra con el depredador de ninfas submarinas.
¿Qué hacer si te has equivocado?. Corregir. ¿Cómo puedes darte cuenta de que te estás equivocando?. Porque los resultados obtenidos no son los esperados para lo que se ha aplicado. Este intuitivo proceso deductivo siguen los personajes más implicados en la resolución de la terrorífica situación en la que se hayan inmersos. ¿Porqué no ocurre esto en el mundo real?. Porque algo no va bien. ¿Y porqué no va bien?. Porque el hombre no escucha. ¿A quién?. Empieza por sus convecinos y sigue consigo mismo. ¿Todo esto en 'La joven del agua'?. Esto y mucho más, que el transfondo es extenso y ramificado. ¿Ramificado y extenso?. Sí, más en el siguente párrafo.
A los dos años de "El Bosque (The Village)", M. Night Shyamalan vuelve con otra historia alegórica, más terrenal aún si cabe, en la que la fe juega de delantera, las predicciones juegan en el medio campo, la cámara afianza la retaguardia y la certeza defiende la portería contra cualquier infiltrada especulación. Arranca con un cuento, sigue con una cotidiana historia de fe, se interna por los vericuetos del terror más ancestral y culmina con el majestuoso descenso rescatador del símbolo más acuñado en escudos nacionales, utilizando la cámara como microscopio y los encuadres como escalpelo en una disección anímica de los comportamientos colectivos resultantes de las individualidades que los componen; todo ello trufado de ramificaciones religiosas y políticas.
Persuasivo, hipnótico, mágico, M. Night Shyamalan, perro verde en 35 mm, se supera a sí mismo y anima el patio cinematográfico con una aportación íntima, sensible y sensata; si bien no por todos comprendida, ni compartida. No es de extrañar que esta película no esté alumbrada por el Sol Disney, cuyos rayos se habían distribuido sobre los cuatro trabajos previos ('El sexto sentido, 1999', 'El protegido, 2000', 'Señales, 2002' y 'El bosque -The village, 2004'); puede que porque el sol familiar esté ahora concentrado en proyectos más de encargo que de autor, más de cara a la taquilla que a las meninges, más orientados a la experimentación empresarial que a la sensibilización emocional; aunque estoy convencido de que ha venido derivado de la carga de profundidad oculta en 'El Bosque' y, definitorio, por no haber depuesto su actitud crítica el autor.
1978, un descollante Steven Spielberg (32 años) actúa como productor ejecutivo en 'Locos por ellos (I wanna hold your hand)' del incipiente Robert Zemeckis (28 años): personajes reales en una comedia alrededor de unos imaginados pero nunca vistos ídolos reales.
1988, un encumbrado Steven Spielberg actúa como productor ejecutivo en '¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Who Framed Roger Rabbit?) del descollante Robert Zemeckis: personajes reales en una dibujada comedia alrededor de unos trepidantes 'dibus', nunca antes vistos.
2006, unos encumbrados Spielberg-Zemeckis, antaño mentor-aprendiz ("siempre van dos, mentor y aprendiz", maestro Yoda dixit), hogaño actúan como productores ejecutivos, mentores ejecutivos, en 'Monster house' de Gil Kenan (30 años) director primerizo de una película de animación digital que sigue a todo tren la vía de 'Polar Express' (2004, Robert Zemeckis), encarrilada en la técnica de 'performance capture' (técnica por la que además de los movimientos se capturan las expresiones faciales y gestuales del actor permitiendo la integración de dichas capturas en el entorno digital de producción).
Una hoja, quizá descendiente de la que hizo los honores en 'Forrest Gump' (1994, Robert Zemeckis) o puede que natural reencarnación del mágico billete de tren de 'Polar Express', se desprende del árbol y en su caída hacia el suelo, mecida por el imperceptible viento del movimiento contínuo de cámara y la gravosa atracción de los personajes que han de tomar las riendas, nos introduce en la historia y nos conduce hasta la puerta de la casa de los hechos. Una introducción tal como ésta ya da para firmar un crédito de por película.
"Llevamos desde ayer observando, sin movernos de la habitación", dice uno de los amigos mientras sostiene un envase de 'pet' (polietileno tereftalato o politereftalato de etileno) que tras ser levemente agitado por el excitado personaje, revela que ha sido 'reutilizado' como contenedor de material orgánico, confirma la coartada de los dos asustados amigos y da credibilidad a su comportamiento. Una escena tal como ésta ya da para firmar un crédito de por película.
Y todo lo demás es para retrotraerse a cuando se tenía la edad de los personajes y dejarse llevar por las imágenes para entrar en una aventura al estilo de las que imaginábamos cuando veíamos a los adultos con otros ojos.
A los 28 años de 'Locos por ellos', Spielberg-Zemeckis, productores ejecutivos, siguen locos, por ellos, por los dibus, por los peques, por el cine espectáculo, por el expreso digital: la marca de una casa que involucra a gente nueva en lo más nuevo del cine de animación. Espero que no haya que esperar hasta el 2034 para ver la próxima conjunción 'astral', pues a saber cómo estará para entonces el espíritu infantil de las partes implicadas.
Arturo Pérez-Reverte no concede piedad a sus personajes, Agustín Díaz Yanes no hace concesiones a la galería con sus imágenes, los actores, desde los principales hasta los que dicen una frase, no ofrecen fisuras, la ambientación cumple de largo y la fotografía remata; resultado: Alatriste está rodeado por el hado triste de lo perdido cuando estaba ganado, de lo dilapidado porque venía dado; agridulces circunstancias que acostumbran a darse en el campo de batalla, tanto en la guerra como en el amor.
Hola, aloh. Los comentarios y vivencias de un aficionado al cine, y a la música, que no puede ver todas las películas que le gustaría ni asistir a todos los conciertos que quisiera.