viernes, agosto 11, 2006

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto

Título original Año Estreno Dirección País Duración
Pirates of the Caribbean:
Dead Man's Chest
2006 11 Agosto 2006 Gore Verbinski USA 150 min.

 

Hola, aloh.

Jerry Bruckheimer, bajo cualquiera de los epígrafes de 'Productor' o 'Productor ejecutivo', es un crédito habitual en las pantallas, las privadas de televisión y las públicas de cine. En televisión está afianzado en series de gran audiencia tal como la tripleta, no precisamente por sus iniciales, de C.S.I., causante estas semanas de Julio y Agosto de mantenerme despierto en el sofá hasta la medianoche y más allá, según le hubiera rotado esa noche a la autodenominada cadena amiga reajustar la programación. En cine, se ha venido especializando en espectaculares aventuras de estrenos veraniegos y navideños, los períodos en los que hay más público disponible a pasar por ventanilla. Para un productor, la gran ventaja del cine sobre la televisión es que el control de audiencia es más fiable: no es lo mismo contabilizar los aparatos sintonizados que las personas que han dejado sus huellas y dinero en taquilla para exponerse a la impronta del artífice financiero.

Máxima informática: "¿Funciona?, entonces no lo toques". Máxima comercial: "Si algo funciona ¿porqué cambiar?". Máxima cinematográfica: "¿Funcionó?, entonces otra parte". Como cada año por estas fechas, han vuelto el verano y Bruckheimer y, de la mano de máximas cinematográficas, empresariales e informáticas, han vuelto los piratas del Caribe con el mismo núcleo técnico-artístico que tan bien funcionara en la primera entrega: director, guionistas, actores principales, fotografía, vestuario y 2/3 del montaje; así, a crédito pronto, sin ser exhaustivo en la enumeración de los que repiten presencia. El título, estratégicamente evita el número dos y completa el estudiado depliegue comercial aportando una entidad propia, 'El cofre del hombre muerto', enmarcada dentro de la ya conocida línea de 'Piratas del Caribe'.

El productor, presumiblemente, espera que también repitan, y doblados a ser posible, quienes en su día pasaron por ventanilla. Ofrece más duración (7 minutos), más efectos (las salidas a superficie del Holandés Errante son para no parpadear) y más partes (por cuestiones de costes de producción se han rodado dos entregas, con lo que para el próximo verano ya se puede contar con la ración de piratas).

Los medios y dedicación de técnicos y actores superan las posibilidades del guión, cosa que es de agradecer en una trama de corte estival: sin demasiadas complicaciones y orientada a plantear situaciones que han de resolverse por escenificación. Maquillaje, decorados, escenas de exteriores y efectos especiales embadurnan de aventura desenfadada y de espectáculo visual lo que sobre el papel se aguanta con alfileres. Muestra ilustrativa. Estando en la época en que se supone que transcurre la acción, la búsqueda de Jack y su Perla Negra se resuelve en tres escenas de breves preguntas en puertos y tabernas, un ejemplo de la suerte que tiene quien busca al protagonista, amigo de los guionistas sin duda, y que da pie a pensar que está resuelto como si en ese tiempo ya existiera Google, para así encontrar en tres clics lo que se busca. En cambio, cuando aparece varada La Perla Negra no se escatima en un plano grúa, o quizá sea un plano aéreo, que deja el ánimo visual satisfecho.

La parte de los caníbales, por ejemplo, incita a pensar: ¿qué hace esto aquí?, ¿es para alargar el metraje?, ¿de cual de los dos guionistas es?. Craso error. No hay que pensar que distrae. Hay que ver a Jack en plan brocheta de frutas tropicales o la divertida y espectacular escapada de los prisioneros de las dos cestas de huesos. Es verano, no pienses, relájate, liba el refresco, entretente comiendo palomitas y déjate llevar por las imágenes sin por ello caer en brazos de morfeo, que está feo y posiblemente, si miras a la pantalla, raye lo imposible.

Todo apunta a que el director se lo ha pasado bien y esto sólo es posible si el productor se ha enrollado. Significativo. A dos años del cuarenta aniversario de '2001: Una odisea del espacio' (1968, Stanley Kubrick), esta entrega de Piratas del Caribe nos ofrece un duelo sobre una rueda de molino en movimiento con una cámara que, como el buen periodista, busca diferentes y certeros puntos de vista: cámara en el exterior para situarse, cámara en el interior para experimentar la ingravidez que ofrece el movimiento circular, con cámara en el eje para marearse con el giro del resto del mundo, cámara arriba para ver de cerca el baile de espadas, cámara abajo para sentirse tan atrapado como un ratón. Inquietante. ¿Hacia dónde se dirige la giratoria rueda cinematográfica encargada de crear una gravedad artificial en el espacio de la producción de películas que mantenga a la tripulación con los pies en el suelo?. Es verano y mejor no plantearse cuestiones cuya atisbada respuesta pueda inducirnos al desánimo.

Ahora, a esperar hasta la próxima entrega. El verano pronto estará aquí y volverá a invitarnos a un recorrido por un Caribe esta vez titulado 'En el Fin de los Mundos'.

Un saludo desde el teclado.