jueves, mayo 19, 2005

Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith

Especiales

George Lucas: El rebelde Skywalker contra el Imperio en VI episodios

de 'El bosque' a 'Munich'

 

Hola, aloh.

El jefe de mi taquillera favorita me comentó resignado cómo esta semana no iba a poder participar en el circuito de estreno de una de las películas más deseadas por todo exhibidor que tenga una taquilla que mantener. La población del aéreo pueblecito costero en donde se encuentra mi cine preferido no responde a las exigencias que la distribuidora plantea a la hora de conceder tal objeto de deseo, a saber en tres trazos: estrenar en jueves (esto aún se podría hacer), mantener el programa durante, al menos, tres semanas (aquí ya empieza a torcerse el plan pues tres semanas con la misma programación puede conducir al desierto de asistencia una vez pasada la novedad del estreno: el resultado del duelo galaxia/playa es bien previsible) y, gran órdago, mantener el programa todos los días de la semana (este envite no puede ser visto por mucho espíritu de jugador de póker que tenga el jefe ya que entre semana la peña residente no está para ir al cine y suponer que el público mínimo para cubrir gastos va a venir de otras poblaciones del entorno es, sencillamente, tal como se dice por estor lares, 'soñar tortillas').

Por mi parte llevo unos días retenido a causa de una tendinitis que ella sabrá cómo ha llegado a ubicarse en mi pie izquierdo. Curiosamente, un primo mío hace unos días que también tiene la 'pata chula' pero su caso es distinto ya que le proviene de una pequeña fisura, de misteriosa gestación, en uno de los huesos del empeine del pie, que en su día le brindó una aparatosa inflamación y, de regalo por las molestias, un mes de baja. Por mi parte, sufro en silencio ya que no me puedo permitir estar un mes de baja y, además, tan mal caríz está tomando la cuestión que he tenido que renunciar al deporte matutino, al frontón de los sábados y a la promocionada cursa popular que tendrá lugar el próximo domingo. A paso de tortuga, pues la molestia en el tendón no me permite caminar con normalidad, y apurando marchas en el coche, pues cada vez que piso el embrague veo parte de las estrellas de la vía láctea y otras galaxias, me dirigí hacia las multisalas de un centro comercial de la capital para ver, en rigurosa fecha de estreno y en horario laboral, 'Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith', de George Lucas.

Siendo una historia predecible, sólo algún despistado entre el público puede sorprenderse por un desenlace rubricado y conocido desde 1977, y una historia nada innovadora, la tragedia de un amor desaforado e imposible que indaga el lado más oscuro del corazón de un protagonista con un lóbrego 'otro yo' que acaba siendo víctima de una nefasta y articulada triangulación: el amor arrebatado, la presuntuosidad juvenil y la ambición desmedida; mantiene el pulso firme de la mano de un George Lucas que lleva a todo el mundo, protagonistas y público, de viaje por una monumental y detallista obra de entretenimiento capaz de convertir 150 minutos en un ¡Ay! propiciado por el hecho de estar demasiado tiempo sentado en la misma postura, casi pegado al asiento sin ocasión para moverse, observando la orquestación dispuesta para ambientar las diversas variantes de duelo que se van sucediendo durante la proyección, destacando entre otras: el constante duelo interior de Anakin contra sí mismo, el premonitorio duelo generacional entre Anakin y el conde Dooku, el duelo emocional entre Anakin y Amidala, el duelo jerárquico entre Anakin y los Jedi, el espectacular duelo a 1+4 espadas láser entre Obi-Wan y el, parte androide parte orgánico, general Grievous (alias 'el asesino de Jedis'), el nada democrático duelo, en pleno senado y a escaño limpio, entre el maestro Yoda y el oscuro Darth Sidious, el tentador duelo dialéctico entre Anakin y el sibilino canciller Palpatine para terminar con el desesperado duelo en las entrañas de un volcán de fundidos sentimientos encontrados entre Anakin y Obi-Wan, el alumno que se rebela contra el maestro ya que no puede hacerlo contra el padre. Lucas se sabe mejor creador de conceptos que guionista, por ello utiliza las imágenes para allanar los altibajos y rellenar los resquicios de guión y, de paso, evidenciar la necesidad de ver la película en pantalla grande, única manera de poder saborear, por ejemplo entre otras muchas escenas, la brillante concepción de la lucha en el oscuro mar de lava fundida mientras maestro y alumno trepan por la torre metálica que poco a poco se va derritiendo a causa del calor.

Se presentía y se constata, sin que por ello sea necesario encumbrar al autor ya que tampoco es ninguna novedad: la historia vestida de ciencia-ficción futurista inspirada en la mitología más clásica acaba resultando una historia terrenal y contemporánea. Lo que comenzó con el rótulo de 'Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana' concluye próxima en el tiempo y cercana en el espacio. Según palabras de George Lucas: "Escribí la historia pensando en Nixon, durante Vietnam. Me llama mucho la atención cómo terminan las democracias y la gente acepta a un dictador. La escribí pensando en Julio César, Napoleón y Hitler". Por poco si el círculo se cierra pillando a un tocayo.

Mediaron trece años entre 'Retorno del Jedi' y 'La amanaza fantasma'. Puede que no haya que esperar tantos años para que empezemos a conocer un poco más sobre la gran incógnita que queda por resolver: ¿quién es el padre de Anakin Skywalker?. Tal como he leído en prensa: ¿tiene padre o es fruto de la Fuerza?. La pregunta tiene su miga.

Un saludo desde el teclado.