miércoles, septiembre 01, 2004

Mar adentro

Hola, aloh.
 

Vengan y vean.

Desde el alto risco de unos hechos reales, conocidos y seguidos por la gran mayoría de nosotros desde la coloreada pantalla de los medios de comunicación, en un instante dado se produce un salto al vacío y da inicio el después del antes.

Partiendo de este planteamiento, las manos de Amenábar van colocando sobre el tapete de la pantalla de cine las piezas de un rompecabezas social, plano tras plano, hasta conformar una imagen final emotiva en un ejercicio demostrativo de lo que puede hacerse para contar una historia.

Las pautas son ya conocidas de sus anteriores películas: fascinación por la muerte, confusión entre realidad y ficción, narración desde diversos puntos de vista de manera que el espectador integra el conjunto.

Con estas premisas como esencia, el director se erige en trovador social y nos relata la historia de un marino cuya vida un día encalla en las arenas de una playa de su Galicia vital. Embarrancado pero lúcido y cautivador, ha tomado la decisión de romper el lazo gordiano que lo mantiene varado. Es una conclusión lógica y calculada que, cual HAL9000 en 2001, sólo se puede alcanzar a base de recorrer infinidad de opciones durante la infinidad de segundos que caben en las noches y los días de 28 años. Sin embargo, los poderes fácticos, Iglesia y Estado, son grandes buques mercantes que acostumbran a limpiar los tanques de sus conciencias mar adentro lo que no evita que dichos vertidos contaminantes acaben alcanzado tierra firme y embadurnando de negro lodo pegajoso a todo ser pensante que se acerca a la playa.

El primer embate, en forma de negra sotana en silla de ruedas tecnificada controlada con la boca, alcanza cotas de esperpento celtibérico.

El segundo embate es una visita a las negras togas de los intérpretes de la normativa legal vigente. Este viaje se plantea con tintes épicos y, como toda epopeya, se inicia como un plácido crucero turístico durante el cual el marino va viendo en el devenir cotidiano que discurre ante su ventanilla las señas de identidad de su vida. Inesperadamente, acaba encontrándose en medio de un parque eólico en premonitorio avance de lo que va a suceder poco después; cual Don Quijote contra los molinos.

Resumiendo: Un ejercicio colectivo de inmersión en las marinas aguas de la conciencia humana. Un faro para navegantes en activo.

Vengan y vean. ¡Sólo en cines!

Un saludo desde el teclado.