viernes, septiembre 01, 2006

Alatriste

Título Año Estreno Dirección País Duración
Alatriste 2006 1 Septiembre 2006 Agustín Díaz Yanes España 147 min.

 

Hola, aloh.
 

 
Alatriste:
 

Con el agua al cuello, manteniendo los fusiles por encima de las cabezas y soplando periódicamente la mecha enrollada en la muñeca avanza, el comando de mercenarios españoles por la niebla nocturna hacia el campamento holandés. Es la España del Siglo de Oro en Madrid y de la Pica en Flandes literariamente descrita por Arturo Pérez-Reverte en las novelas del Capitán Alatriste y pictóricamente puesta en imágenes, a la de tres, como retablo de maravillas por Agustín Díaz Yanes ('Alatriste', 2006. 'Sin noticias de Dios', 2001. 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto', 1995).

Arturo Pérez-Reverte dedica 5 novelas a contar las andanzas del Capitán Alatriste y a hacer un crítico recorrido por la psicología de la guerra sin perder de vista el enclave histórico en el que los personajes se mueven.

Agustín Díaz Yanes, también autor del guión, condensa las novelas en una película que alberga tres:

  • Documental realista desde el barro, la mugre y la pobreza física y moral del decadente imperio de la España del siglo XVII.
     
  • Melodrama de época a dos bandas simultáneas: dos historias paralelas de amores imposibles salpimentadas de intrigas y traiciones.
     
  • Aventuras de capa y espada de un aguerrido héroe y sus fieles compañeros de armas y del alma, adobadas con esencia de maestro confrontado con alumno, casi un hijo natural si bien es adoptivo.

Aventuras, melodrama y documental se entrelazan resultando una simbiosis argumental sustentada por una estructura temporal en tres bloques que buscan sacar provecho del hecho de que es posible reconstruir un todo a partir de sus partes, siempre que se cumplan determinadas condiciones. Así, cada uno de ellos corresponde a una selecta muestra de tiempo en torno a una acción significativa de guerra:

  • Abre con una noche de niebla cerrada que con el agua al cuello un grupo de comandos ataca una posición de artillería holandesa. De vuelta de la misión son atacados por los holandeses y Alatriste recibe el encargo de su moribundo amigo y compañero de armas Balboa: que cuide de su hijo y lo aleje del oficio de soldado.
     
  • El bloque central se desarrolla en Madrid, lugar en el que una nefasta noche Alatriste envaina la espada ante su la mirada atónica de su compañero de encargo para dejar con vida a los dos nocturnos viajeros que habían sido sentenciados a muerte por ser enemigos de la Iglesia. Este acto racional (Alatriste ve que con quienes están luchando no se ajustan a lo que se les había dicho que eran) y decisorio (aún estando encargado por la Santa Inquisición para el servicio decide rescindir el acuerdo) será el hecho decisivo que les llevará de nuevo a Flandes, al sitio de Breda, y que, tiempo al tiempo, marcará el comienzo (si es que ya no había empezado antes) de su sino.
     
  • De vuelta a Madrid tras la rendición de Breda, cuando están a punto de tocar el cielo (Alatriste ha recuperado el oro del Rey y acaricia la idea de casarse con María de Castro; Íñigo planea escaparse con Angélica) la sombra de aquella aciaga noche de encargo incumplido les hace trizas los sueños y los devuelve al campo de batalla, a Rocroi.

 
  Sin noticias de Dios:
 

El formato panorámico acota la componente espectacular de la película. El primer bloque se adapta al formato por el hecho de ser escenas nocturnas y de noche poco importa que la pantalla sea más ancha. En el bloque central, se echa en falta más pantalla dada la detallada recreación del ambiente de la época. En el tercer bloque, poco importa el formato pues los personajes se salen de la pantalla y toda la parte de la batalla de Rocroi, con las escenas de cuerpo a cuerpo, de pica a pica, con el sonido de las maderas entrechocando, alcanza cotas sublimes. No busca Alatriste el espectáculo sino la inmersión en un ambiente pasado, posiblemente olvidado, puede que desconocido pero, sin duda, no desaparecido y traducido a nuestros días: la historia ni se crea, ni se destruye, tan sólo se adapta a los tiempos que corren.

La trama no es compleja pero cuesta de seguir, quizá a la primera, porque los personajes cuestan de ser identificados (entre los ropajes, las caras con barba y bigote y los saltos de tiempo que, obviamente, les afectan en su aspecto físico) pero en un segundo visionado todo y todos encajan perfectamente, como corresponde a un intrigante mecanismo de traicionera relojería.

A la primera parece que hay falta de emoción en las imágenes: si bien muchas escenas descuellan con entidad visual propia (cuando Íñigo lleva en brazos a Angélica, cuando el reo que acaba de oír que va a ser ajusticiado comenta 'Morir es un trámite', cuando Angélica, ya Grande de España, habla con Alatriste y confiesa que pagará su traición durante toda la vida que le resta, cuando Alatriste visita a María de Castro en el hospital para sifilíticos, cuando Íñigo abandona el lugar del duelo que ha tenido con Malatesta y muchos 'cuandos' más que por sí solos tienen fuerza y emotividad pero que no se ve transmitida al conjunto. Sin embargo, en un segundo visionado, cuando trama y personajes encajan, el conjunto se ve con otros ojos y las emociones se hacen perceptibles. Posiblemente, un tercer visionado aún diluya más la frialdad académica que aparenta vertebrar las escenas. Y es quizá debido al hiperrealismo que impregna un conjunto orientado hacia un objetivo más descriptivo, narrativo, que espectacular.

Imágenes y personajes conforman un fresco pictórico que, como un cuadro, requiere ser observado con detenimiento o insistencia para que las sensaciones afloren.

Cine bélico y fresco histórico de escrupuloso verismo que contiene diálogos con algunas perlas críticas (transcribo de memoria, con lo que pueden no ajustarse al original):

  • "Se levantará un cadalso en donde al reo le será dada justicia de sobra hasta que muera naturalmente", sugiere que hoy en día se ha incluido una coma entre las palabras muera y naturalmente.
     
  • "Dios nos ha abandonado; portugueses y catalanes nos han traicionado", indica cómo quien mantiene guerras que no paga, cuando empieza a perder apoyos, a unos los exime como abandonos y a otros los califica como traiciones. La frase, en su contexto y dicha por un Grande de España de su momento, viene al punto de caramelo para explicar ciertos comportamientos de los Grandes del momento presente.

 
  Nadie se acordará de nosotros cuando hayamos muerto:
 

Diálogos y situaciones se convierten en cargas de profundidad que explotan retardamente y que si te alcanzan dejan un buen sabor de boca pues demuestran que los autores están por la faena y que el espectador no está dormido. Veamos un ejemplo en tres escenas:

  • "Busca otra montura que la plaza está ocupada", le dice el alguacil a Alatriste cuando llega a su casa con el collar que piensa ofrecer a su amada María de Castro.
     
  • Alatriste quiere saber quien lo ha desplazado y una noche se bate ante la puerta de María de Castro contra el Duque de Guadalmedina, guardián de la puerta, duelo que es interrumpido por la llegada del carruaje real que recoge al amante saliente. Explosión: sabíamos porqué Malatesta tenía vetada la orden de caza sobre Alatriste y a partir de aquí entenderemos el matrimonio de conveniencia que se establecerá entre Guadalmedina (bando del Rey) y Angélica (bando de la Iglesia) y porqué el tío de Angélica pide la cabeza de Alatriste y el duque se la deniega.
     
  • Alatriste llega al hospital para sifilíticos para despedirse de María y entregarle el collar de lo que pudo ser y no fue. Explosión: la sífilis, o lues, es una infección congénita o de transmisión sexual. No es necesario que se nos diga cómo y de quién la contraído María y, además, rubrica que hay algo en la realeza que no tiene enmienda.

El título de crédito que abre la película desaparece como polvo soplado por el aire generado al pasar una página de la historia. "Este es un tercio español y un tercio español no se rinde", dicho por Alatriste bajo una camiseta hecha jirones al viento de Rocroi suena a épico y heróico pero habiendo visto lo que ha ocurrido desde que volaron las letras de su nombre, se entiende que corresponde al convencimiento de que al menos en el campo de batalla la muerte acostumbra a venir de cara y de manos de un desconocido. Parece poco, pero para quien ya no tiene nada por lo que luchar es demasiado.


 

Arturo Pérez-Reverte no concede piedad a sus personajes, Agustín Díaz Yanes no hace concesiones a la galería con sus imágenes, los actores, desde los principales hasta los que dicen una frase, no ofrecen fisuras, la ambientación cumple de largo y la fotografía remata; resultado: Alatriste está rodeado por el hado triste de lo perdido cuando estaba ganado, de lo dilapidado porque venía dado; agridulces circunstancias que acostumbran a darse en el campo de batalla, tanto en la guerra como en el amor.

Alatriste, dos veces mejor que una.

Un saludo desde el teclado.