lunes, marzo 28, 2005

Bob Esponja: La película

Hola, aloh.
 

Siendo Lunes de Pascua y primera sesi��n de la tarde con una pel��cula de orientada a los peques, mi taquillera favorita se encontraba fresca y distendida mientras despachaba alegremente las entradas; esta vez sin tener objetivo de venta fijado pero, ��ah! qu�� jefe tiene que est�� hecho un lince, descambiando por una entrada el vale-invitaci��n que algunos de los peque��os clientes que se acercaban a la taquilla casi no pod��an dejar sobre el m��rmol del mostrador. Se sorprendi�� de verme, pues no me esperaba, y tuve que articular como excusa que hab��a ido a ver la pel��cula. Este comentario a��n la sorprendi�� m��s, dado que la sesi��n de tarde proyectaba una de dibujos animados. Es conveniente haber ensayado y preparado las excusas pues la improvisaci��n puede echar por tierra el plan m��s ambicioso.

Como me llam�� la atenci��n el vale que estaba descambiando, aprovech�� para contarme la historia del vale. ��Ah!, qu�� lince est�� hecho su jefe. Llegada la hora del inicio de la proyecci��n tuve que mantener mi excusa de comparecencia y me dispuse a entrar en la sala. "Ve abajo", me dijo. "Estar��s m��s tranquilo porque todos est��n arriba", habl�� la voz de la experiencia. Y acert��. Abajo estaba despejado y tranquilo. En cambio, se pod��a apreciar el 'ambientillo' de murmullos que descendi�� proveniente del anfiteatro cuando se apagaron las luces al iniciarse la proyecci��n.

En un principio pens�� que algo no iba seg��n lo esperado pues en imagen real aparece un barco pirata en mitad del oc��ano. El vig��a divisa una barca, con un marino remando deseperadamente y mirando angustiado el cofre que lleva como ��nica compa����a. A ra��z del aviso del vig��a el barco maniobra y se dirije raudo hasta la barca para rescatar primero el cofre, que por algo son piratas, y despu��s al marino que resulta ser uno de ellos. Resulta que el cofre del tesoro encerraba, refulgentes cual oro, unas invitaciones para 'la pel��cula'. Tras celebrar el hallazgo por todo lo pirata, el barco pone rumbo al puerto m��s cercano y una vez atracado sus tripulantes toman por asalto la sala de cine en la que tienen reservadas las primeras filas. No han acabado de ocupar sus asientos cuando da comienzo 'Bob Esponja: la pel��cula', de Stephen Hillenburg.

Con un dibujo sencillo, unos personajes simp��ticos y una historia accesible para los peques pero que refleja las actitudes de los mayores, la pel��cula viene a ser un atol��n infantil en la inmensidad del oc��ano de la producci��n cinematogr��fica.

Ya s��lo asistir al ba��o que toma Bob Esponja en su ritual de preparaci��n para la inauguraci��n anima al m��s hura��o. 'La limpieza est�� unida a la gerencia', dice Bob mientras elige el simp��tico conjunto de pantalones-camisa-corbata que llevar�� a la inauguraci��n. Puede que algunas de las situaciones cotidianas que aparecen en pantalla nos queden un tanto lejanas geogr��ficamente (eso de comer cangri-burguers es m��s propio del otro lado del Atl��ntico que del enclave meditarr��neo en donde vivimos) pero es f��cil ambientarse en el simp��tico mundo de Fondo Bikini, en d��nde, ni qu�� decir tiene, hay malos malvados e intereses comerciales; sin embargo, nada puede con Bob Esponja y su fiel amigo Patrick.

Los piratas s�� que saben. Por eso estaban al quite para conseguir las entradas. Una vez acabados los cr��ditos del final (hay que quedarse hasta que terminen), los piratas abandonaron la sala y yo los secund�� con ��nimo alegre y desenfadado mientras la pantalla quedaba en blanco. En el fondo, hasta el espectador m��s desalmado tiene su corazoncito y gusta de ver unos dibujos simp��ticos y sencillos que le transportan atr��s en el tiempo, a la ��poca en que todo era divertido, cuando hab��a cosas por descubrir y lo desconocido ten��a el atractivo de la aventura que se iniciaba de la manera m��s ingenua porque se compart��a con los amigos. Este es el esp��ritu que rezuma 'Bob Esponja' y no el que se nos inculca desde ese anuncio de televisi��n que nos pretende vender un coche con experiencia a base de recordarnos c��mo ��ramos a��os atr��s.

Un saludo desde el teclado.