"He visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de combate en llamas más allá del límite de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Estas frases, sacadas de 'Blade Runner' (1982, Ridley Scott), rigen más allá del declamante Nexus 6 que las invoca, paloma en mano bajo la lluvia ante el obligado testigo para el recuerdo, mientras su tiempo terrenal se agota. ¿Qué nos podría decir un director de cine, por ejemplo?. Que ha visto cosas que no creeríamos... (ahora se lleva el 'Así se hizo...' y no deja de ser la punta del iceberg), las encendidas discusiones con los productores (no sólo más allá de Orion Pictures (*1*), más acá, también), los focos brillando en la noche de la entrega de los Oscar, o los Goya, cerca de la puerta de entrada al Teatro De Turno) y que todos esos momentos se diluyen en el tiempo cuando llega de la hora de partir. Aquí estriba, para un autor, la importancia, el valor de su obra: queda para la posteridad y así esos momentos no se pierden, no se diluyen, no desaparecen...
No hay que ser un Replicante Nexus 6 (*2*), ni un director de cine, para haber visto cosas increíbles, vivido momentos duros y experimentado momentos emotivos... pasa con sólo abrir los ojos, a cualquiera, en el campo o en la ciudad. ¿Qué ocurre, entonces, si no podemos dejar una obra?. ¿Se pierden, entonces?. "La Obra" es de pocos pero en mano de todos está el recuerdo que, consciente o inconscientemente, dejamos en los demás. Por eso, todos intentamos dejar huella, llamar la atención, que se fijen en nosotros... incluso, hay quienes, en un extremo llevado, consiguen que nos acordemos de su adjetivada familia ya ida.
El recuerdo se forja con el tiempo y permite que los momentos significativos, normalmente los buenos pues los malos acostumbran a olvidarse, perduren, se mantengan. Sin embargo, para ello es necesario refrescar la memoria, visual o emotiva, con imágenes propias o ajenas. Así es 'Volver', de Pedro Almodóvar, un recuerdo cariñoso a mujeres que ha conocido, una cuidada puesta en escena de cosas que ha visto, si bien pueden resultar increíbles, un viaje emotivo hacia momentos, personas y costumbres en un cinematográfico intento de postergar su dilución en el tiempo, como lágrimas en la lluvia porque, como dice la canción, "sólo viaja quien regresa y se va quien yo olvido" (*3*); ergo, 'Volver' para no olvidar.
Días antes de ir a ver la película dos mujeres comentaban, de oídas porque tampoco la habían visto: "Según parece, la Penélope lleva un relleno en el culo". El marujeo está en el aire.
"Acabo de llegar de ver la peli y la verdad es que me ha decepcionado mucho. Bastante floja y totalmente previsible"; leo en internet (he reproducido íntegro todo el texto), en una página que recoge comentarios de aquellos navegantes que se animan a poner los dedos sobre el teclado. Discrepancias de opinión al margen, me llama la atención que un escrito tan breve aún tenga elementos superfluos.
Marujeo y opiniones variadas sobre un guión conductor de historias imbricadas (¡incluye una peluquera rusa!) decoran el viaje regresivo de quien, estando de vuelta, no queriendo el regreso vuelve a la esencia del primer amor.
Volver tiene muchas connotaciones, desde tango sentido a verbo de múltiples acepciones,
y 'Volver' se ajusta a unas cuantas...
1. Dar vuelta o vueltas a algo. Fantasmas y recuerdos. Mentiras y medias verdades. Removido, no agitado.
2. Corresponder, pagar, retribuir. Madre, tía y una selecta representación de mujeres que han aportado vivencias, son correspondidas.
3. Dirigir, encaminar algo a otra cosa, material o inmaterialmente.
En nuestra modernidad, al encender la tele se apaga la dignidad. El programa telebasura 'Dónde quiera que estés' ofrece a la deshauciada de los médicos un viaje a Houston ('porque allí arreglan estas cosas', comenta luego en un intento de entender ella misma cómo estuvo para aceptar la proposición --y eso que su hermana era la directora del programa-- ) para que se exponga al sin-hueso bisturí público de los matarifes de la víscera, también llamados periodistas del corazón.
6. Poner o constituir nuevamente a alguien o algo en el estado que antes tenía. Penélope Cruz y Carmen Maura constituyen los pilares. Pero, no se quedan atrás Chus Lampreave (dice estar fatal de los remos pero navega a toda vela), Lola Dueñas (magnífica ingenua), Blanca Portillo (ilustra la dignidad y lleva como nadie las medias medias de lycra), por señalar algunas de las actrices de un conjunto en estado sencillamente inspirado.
10. Rehacer una prenda de vestir de modo que el revés de la tela o paño quede al exterior como derecho. Hay fantasmas vivos y vivos fantasmas.
13. Entregar lo que excede al recibir un pago, por haber sido hecho este en moneda mayor que su importe. Es de bien nacidos ser agradecidos.
16. Dar la segunda reja a la tierra, especialmente cuando esta se ara después de sembrada, para cubrir el grano . La responsabilidad, en el pueblo, hace volver pero esta vez en la casa de enfrente.
19. Resolver, mezclar. Varias generaciones se mezclan en la resolución de una situación que parece una maldición. Lo que pasó está a punto de volver a pasar.
21. Anudar el hilo de la historia o discurso que se había interrumpido con alguna digresión, haciendo llamada a la atención. El inicio en el cementerio, viento de solano zigzagueando entre las lápidas mientras las letras rojas de los créditos nos remiten a las películas de terror en 3D que se hacían antes, marca la piedra sobre la que se volverá haciendo llamada de atención.
23. Repetir o reiterar lo que antes se ha hecho. Una película de Almodóvar pero que esta vez, se palpa sobre todo en las escenas en el pueblo, hecha para honra y reconocimiento de personas y no para reconocimiento del director.
26. Inclinar el cuerpo o el rostro en señal de dirigir la plática o conversación a determinadas personas. La escena del velatorio (la fugaz apertura y cierre de la puerta de la habitación de los hombres, camisas blancas y corbatas negras, da paso a la toma cenital de la entrada, zumbido de oraciones en el aire, en la abarrotada sala de las mujeres) es, simplemente, magistral. Una vuelta a la sencillez que sólo se puede conseguir con personas autóctonas en su ambiente cotidiano. La película se dispara en naturalidad y los lugareños tienen su momento de cine. Es tal la sensación que produce que un amigo me comentó que él, en esa escena, había llegado a percibir el olor a queso que acostumbra a acompañar los velatorios en su tierra.
27. Girar la cabeza, el torso, o todo el cuerpo, para mirar lo que estaba a la espalda. Para no olvidar a quienes van quedándose atrás, orígenes incluidos.
Terminada la película, oscurecida la pantalla, encaminado hacia la salida de la sala, no pude por menos que dejarme ir hacia el joven empleado de las multisalas que esperaba vigilante, dejado sobre el respaldo de una butaca, a que los asistentes despejáramos. Tras el saludo protocolario procedí a exponerle, en el mejor tono de voz que pude, serio pero no enfadado, que toda la proyección se había realizado con un punto de desenfoque. Me comentó que había entrado cuando las letras de final y que no había percibido desenfoque. Ya entrados en diálogo, le argumenté que, además de las letras, en algunas escenas se había hecho leve y molestamente perceptible, en concreto en la escena en que madre e hija están sentadas de noche en el banco de la calle, recortadas contra el inmenso 'graffiti' azulado, a juego con la rebeca que lleva la madre, que ocupa toda la pared que hay tras ellas. Como respuesta me dijo que no había visto aún la película, (a 8 días transcurridos del estreno), y que no podía situar la escena que le decía. Insistí en que pusiera en conocimiento de los proyeccionistas la cuestión del enfoque porque toda la película desenfocada, una vez que te percibes, acaba siendo molesto. Llegados aquí, me ofreció las hojas de reclamación; no sé si porque lo que le estaba comentando no entraba en sus atribuciones (mi contrato no dice que...), o no le estaba permitido dirigirse a los proyeccionistas (un empleado de sala no debe...) o porque fuese la manera de que quedara constancia del hecho circunstancial acaecido (no se atenderán las reclamaciones que no se formulen por escrito...). Habiendo trabajado durante años en un cine, me empezaba a resultar enervante que hubiera que dedicar tanto diálogo, y hasta reclamación, para un hecho que con un comentario a empleado responsable se subsana para la siguiente y venideras sesiones. No quise, pues, extenderme más, denegué las hojas, insistí en que si no a la cabina sí se lo comentara al encargado y dimos por terminada la conversación. Mientras me dirigía hacia la salida desembocante en el centro comercial, no pude por menos que pensar que ciertas cosas no se deberían ir y que a ciertas salas mejor sería no volver.
Hola, aloh. Los comentarios y vivencias de un aficionado al cine, y a la música, que no puede ver todas las películas que le gustaría ni asistir a todos los conciertos que quisiera.
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