viernes, junio 17, 2005

Madagascar

Hola, aloh.
 

Viernes de estreno simultáneo con una película de animación, pasajera selecta del expreso digital. Tarde de junio con luz de día aún a la hora del encuentro con mi taquillera favorita, algún que otro petardo lanzado en las cercanías del local por quienes se están preparando para la verbena de San Juan. No está mal. Mi taquillera favorita estaba animada.

Bueno, parcialmente animada. La contrapartida del estreno, la otra cara de la moneda, es que la película está programada para seis días y mi taquillera favorita, junto con el resto de personal, deberá comparecer durante los tres primeros días de la semana para satisfacer la imposición de la distribuidora por haber participado en el circuito de estreno de la que considera una película objetivo para estas fechas en las que el colegio ha empezado la cuenta atrás hacia las vacaciones de verano: "Madagascar", película de la productora Dreamworks Animation SKG y dirigida por Eric Darnell y Tom Mcgrath.

Dreamworks Animation SKG gusta de disfrazar a los protagonistas de sus historias de animales para así conseguir una fábula moderna, por el contenido de la historia y por la técnica de animación, que busca mantener a los pequeños pegados a la butaca y despertar las inquietudes de los mayores mientras busca mantener la sonrisa en boca de todos.

'Madagascar' se erige como una exaltación de los valores de la amistad por encima de los instintos naturales (en el artificial hábitat del zoo, Alex el león y Marty la cebra son íntimos amigos cuando lo instintivo es que fuesen enemigos naturales) aderezada con una reflexiva pizca de pimienta sobre los falsos pensamientos inducidos que nos impiden ver lo que tenemos y que nos llevan por el camino de la insatisfacción hacia la consecución de teóricos ideales (impagable la escena en la que los pingüinos descubren la realidad de la Antártida después de todo lo que han peleado por llegar hasta allí).

Como era de esperar, la animación es magistral. El estilo de los dibujos, le llamo 'estilo bistec', genera unos personajes simpáticos, agradables y muy expresivos. Según he leído en la prensa, la película ha conseguido destronar del primer puesto en las taquillas estadounidenses al último episodio de 'Star Wars'. Con todos estos ingredientes no es de extrañar que la distribuidora haya querido adornarla con el aura de gran estreno.

Sin embargo y aún reconociendo las virtudes antes expuestas, salvo la cuestión recaudatoria que es más una cuestión estadística que meritoria, 'Madagascar' adolece de una débil cohesión en su trama principal. Las peripecias de los cuatro protagonistas quedan eclipsadas por las actuaciones de los cuatro pingüinos que saben sacar partido de sus breves apariciones para elevar la valoración subjetiva de la película, satisfacción que se va diluyendo conforme los protagonistas vuelven a tomar las riendas de la historia.

Así resulta una película de contrastes, de pros y contras. A favor, la fábula de la historia, la trama de los pingüinos y la animosa velada musical de los lémures al grito de 'Yo quiero, marcha, marcha. Yo quiero... ¡MARCHA!'. En contra, el desangelado desarrollo de la trama de los cuatro amigos protagonistas, el recurso fácil de utilizar músicas conocidas para acompañar el momento que están viviendo los personajes ("Carros de fuego" cuando corren por la arena de la playa, "Stayin' alive" cuando Marty camina por la acera, entre otros conocidos aderezos musicales que desvirtúan la idea original de la historia al recurrir a referencias externas para que sirvan de sostenedora muletilla de la atención del público adulto) y la dolorosa convicción de que la película se aguanta más por los secundarios que por los protagonistas.

Un saludo desde el teclado, (Yo quiero... ¡MARCHA!).