jueves, diciembre 22, 2005

Los 2 lados de la cama

Hola, aloh.
 

Jueves de estreno navide��o en mi cine preferido. No puedo faltar.

Mi taquillera favorita me espera. Debo estar.

El ambiente navide��o ya est�� en nuestro interior. No llevo bocadillo porque estoy ah��to y eso que a��n no han llegado el 'grueso de los d��as'.

El ambiente navide��o nos impregna. Llevo varios d��as llegando muy justo y casi no tengo ocasi��n de hablar con mi taquillera favorita. Hoy ser�� diferente. Voy casi con una hora de antelaci��n sobre el inicio de la sesi��n y as�� podremos hablar de nuestros temas.

El ambiente navide��o nos invade. En la porter��a del edificio a��n sigue la vomitada que apareci�� la tarde del mi��rcoles. Extra��o entre semana pues es una especie org��nica, nocturna adem��s, propia del fin de semana pero en estas fechas de comidas y cenas cada hora es fin de semana. Todo apunta que continuar�� ah��, in��nime, hasta la ma��ana del viernes que venga la abnegada mujer de la limpieza.

El ambiente navide��o nos circunda. El punto peticionario junto al s��per ha cambiado de residente pedig��e��o pero mantiene su posici��n ocupada, arrodillado, a pesar del fr��o de la hora. Tengo la sospecha de que deben actuar a modo de franquicia pero no dispongo de pruebas que lo demuestren. No obstante, amparado en la libertad de expresi��n, he dejado ir mi teor��a en este p��rrafo.

El ambiente navide��o nos ilumina. El s��per dispone de un fotomat��n externo. La cortina creadora de intimidad fotogr��fica ha desaparecido. Los vientos de juerga de la noche anterior la arrancaron de sus anillas reforzadas y la dejaron sobre el taburete. En estas fechas de cenas grupales cada noche es fin de semana.

El ambiente navide��o nos acorrala. El dicharachero ayuntamiento de nuestro pueblecito costero ha considerado oportuno complementar las luces navide��as que ornan la calle con unos altavoces pregoneros que amenizan el horario comercial, de 10 de la ma��ana a 9 de la noche, con m��sica machacaneuronas. Una riada de sonidos difusos y c��nticos distorsionados que buscan acompa��ar la actividad comercial pero que tan s��lo confirman que el inspirado creativo padre de tama��a ignominia no vive en las cercan��as.

Por fin en mi navide��o cine preferido, ornado para la ocasi��n con bolitas suspendidas, estrellas sostenidas, coloridas ristras extendidas y un mural de fotog��nicos cinematogr��ficos, ellos y ellas, acompa��ado por dos macetitas de rojizas plantas que aportan sendos puntos de vida natural. Mi taquillera favorita se lo ha trabajado.

No hay mucha afluencia de p��blico, malo para el jefe pero bueno para nosotros que podemos ponernos al d��a de nuestras cosas. Un estreno en jueves no acostumbra a tener un poder de convocatoria elevado pero las fechas vienen impuestas y fijadas, como las lentejas (si quieres las tomas y si no las dejas). En esta ocasi��n son cinco d��as, desde el jueves hasta el festivo lunes que completa el primer hito de este per��odo de felices fiestas.

Charlando se nos pas�� el tiempo volando y cuando quise darme cuenta tuve que subir a escape hacia el anfiteatro. Cuando me sent�� en nuestra fila habitual, la pantalla ya presentaba los t��tulos de cr��dito.

Al poco tiempo se me uni�� mi taquillera favorita. Yo ya lo estaba pero en pocos minutos mi taquillera favorita se empez�� a aburrir. ��ltimamente hab��amos tenido nuestras diferencias cinematogr��ficas pero el esp��ritu navide��o ha obrado el milagro de volver a hacernos coincidir en opini��n y reacci��n. "Pero qu�� mala que es", coment��bamos casi a d��o mientras nos rebull��amos en nuestras butacas casi al comp��s.

Lejos nuestro, junto al acceso izquierdo, hab��a un nutrido grupo de j��venes que no paraban de parlotear comentando entre ellas cosas de pantallas, la del cine y la de los m��viles. Para ellas y para los pobladores de la oculta platea, en cambio, la funci��n era divertida. Risas y jolgorio para unas situaciones sosas, vacuas, previsibles y anodinas.

En estas que notamos una tenue sombra borrosa que se mov��a por la pantalla cinemascope. "Una mosca", coment�� mi taquillera favorita. Y acab�� con un lastimoso "como no se vaya estamos apa��ados". Se ve que la mosca se sent��a atra��da por lo que sal��a de la cabina y no paraba de pasearse por el cristal de la ventanilla de proyecci��n en un cabez��n intento de llegar hasta la fuente, hasta el origen.

Es curioso observar c��mo en esta vida todo se reduce a una suma de fuerzas. Sea en los movimientos: quien no puede vencer el rozamiento, queda inm��vil; quien, m��vil, puede contraponer una fuerza de sustentaci��n que compense la fuerza de la gravedad, vuela y aquel que consigue anular significativamente la fuerza de la gravedad puede abandonar el planeta. Sea en los comportamientos: el instinto de superviviencia que nos empuja hacia la continuidad alej��ndonos de las situaciones de peligro que podr��an acabar con nuestra llama de vida o el instinto vital que nos arrastra hacia la satisfacci��n de las necesidades b��sicas, comer entre ellas.

Mientras divagaba sobre el equilibrio de fuerzas que rige el destino de los seres vivos, mi taquillera favorita, cansa de la mosca cojonera que no paraba de moverse por el cristal, se levant�� y se dirigi�� prestamente hacia la cabina para poner en antecedentes al proyeccionista, quien, comprensiblemente por haber visto la pel��cula en el pase anterior, no estaba perdiendo miserablemente el tiempo. En cuesti��n de segundos, o�� c��mo era quitado el cristal de la ventanilla de observaci��n situada sobre la ventanilla de proyecci��n para, a continuaci��n, ver c��mo una una vaporosa nube de aerosol, invisible en pantalla, pero perfectamente visible a contraluz del haz del proyector, se abr��a camino hacia la ventanilla sobre la que se paseaba la ilusa mosca. Antes de que se volviese a cerrar la ventanilla de observaci��n, la difusa mancha itinerante hab��a desaparecido de la pantalla.

Cerrado el apartado de la mosca, el resto de la proyecci��n se sald�� con un aburrimiento superlativo en nuestro bando, el habitual jolgorio conversacional de las chicas que se sent��an como si estuvieran en casa mirando la tele y las risas, de un invisible p��blico, que acompa��aban di��logos y situaciones de la pantalla como si de una precocinada serie televisiva se tratase; eso s��, en cinemascope, en pantalla grande, algo que quiz�� no se pueda conseguir con las venideras pantallas de plasma de alta definici��n [la televisi��n de alta definici��n actualmente ofrece una relaci��n de aspecto de 16:9 (1,777:1) mientras que el cinemascope ofrece 2,35:1].

Acabada la pel��cula me qued�� intrigado. Cuando discrepamos puede haber un atisbo de duda pero cuando coincidimos es indudable. Sin embargo, la gran mayor��a del p��blico se hab��a re��do y mi taquillera favorita me hab��a comentado que los comentarios que hab��a o��do del p��blico saliente, de la sesi��n anterior, hab��an sido positivos. ��Qu�� est�� pasando aqu��?. Concreto y personalizo. ��Qu�� me puede estar pasando para estar en total discrepancia con el p��blico que ha pasado por taquilla y no precisamente para hablar con la taquillera?. Le hubiera dado m��s vueltas si no llega a ser por la mosca: algo hay en 'Los 2 lados de la cama', de Emilio Mart��nez-L��zaro, que llev�� a una mosca a su perdici��n. Estoy convencido de que el instinto vital anul�� el instinto de supervivencia.

No todo es negativo. Los pasajes musicales animan el deca��do esp��ritu de quien no basa su alimentaci��n en la televisi��n (por desgracia, hay m��s di��logo que canciones). La foto fija del final presentando el p��ster con la foto de grupo vale un potos��: sintetiza maravillosamente el esp��ritu de los personajes e indica el final de la pel��cula. L��stima doble, por un lado que una foto fija tenga m��s fuerza que toda la pel��cula y por otro que haya que ver toda la pel��cula para disfrutar de una foto fija.

Un saludo desde el teclado.