sábado, septiembre 23, 2006

La joven del agua

Título original Año Estreno Dirección País Duración
Lady in the water 2006 25 Agosto 2006 M. Night Shyamalan USA 110 min.

 

Hola, aloh.

Leo en un suplemento especializado de prensa (La Vanguardia, Dinero, 24-Sep-06): "En su primera semana de funcionamiento el nuevo servicio de películas por internet iTunes Store ha facturado un millón de dólares, cuantía que corresponde a un total de 125.000 descargas, según ha revelado el presidente de Disney, Robert Iger. Los filmes más vendidos han sido, previsiblemente, 'Piratas del Caribe' y 'Los increíbes' ".

Ummm, por regla de tres: facturado, millón de dólares y 125.000 descargas; deduzco que la descarga debe ir a unos 4 dólares.

Sigo leyendo: "Los precios de iTunes: 11,77 euros (dos menos durante la promoción) las películas de estreno o 7,85 euros las de catálogo".

Algo no funciona en el mundo real... porque aún leyendo un artículo especializado hay que leer entre líneas (una división mental apunta a que lo que se indicaba como 'facturado' debe interpretarse como 'ingresado como beneficio'), hay que echar mano de la calculadora porque unas cantidades vienen en dólares y otras en euros y, curiosamente, los precios de descarga se indican en euros cuando el servicio, por ahora, sólo está disponible en Estados Unidos.

M. Night Shyamalan también intuye que algo no funciona en el mundo real; pero él no lo hace desde la lectura de un artículo de prensa sino desde su perspectiva de creador sensible y, además, concluye que al hombre le cuesta cada vez más escuchar, no porque se esté quedando sordo (escuchar es algo más que oír) sino porque no presta atención a aquello que no le interesa, entendiendo interesar como 'reportar interés' más que como 'inspirar interés o afecto'.

Una narración introductoria nos pone en antecedentes de cómo el hombre en su ansia de acaparar más de lo que necesita se ha ido alejando del Mundo Azul y de sus criaturas, cambiando en ese recorrido, hacia la tierra interior, sentimientos vitales por cosas materiales. Las criaturas del Mundo Azul se resisten a dar por perdido al hombre e intentan recuperarlo, por ello se arriesgan en misiones de sensibilización aprovechando que éste aún no se ha desvinculado del agua matriz.

La imagen real abre con una escena significativa: el protagonista, encargado del mantenimiento de un bloque de apartamentos, se encuentra enfaenado en un fregadero. En primer plano, desenfocado por la proximidad a la cámara pero identificable para que nos situemos espacialmente, el sifón del fregadero. Enfocado, el protagonista equipado con el mango de una escoba cuya punta no vemos porque está introducida en la abisales profundidades del submundo que aparece al abrir las puertas de los armaritos de debajo del fregadero de la cocina. Al fondo de la imagen, los inquilinos, un padre italiano que ejerce de traductor entre las palabras del especialista americano enfaenado y sus asustadas italianas cinco hijas. Hay algo bajo el fregadero que ha asustado a las hijas y que ha requerido la presencia del encargado. Tras unos momentos de violenta agitación del mango de la escoba, todo parece haber concluido. Nos quedamos sin saber qué era lo que había, y sin ver qué es lo que ha quedado, pero se intuye que o bien era una rata perseguida, acorralada y rematada en su guarida o bien no ha sido más que un teatrillo que ha hecho el señor de mantenimiento para calmar los ánimos de las señoritas que algo vieron esconderse bajo el fregadero pero que ya no estaba allí. Imágenes y palabras, sin pruebas visibles, pueden tranquilizar a cualquiera que necesite ser tranquilizado.

En 'La joven del agua' se oyen, versionadas, canciones de Bob Dylan -- The Times They Are A-Changin (1964), It Ain't Me Babe (1964), Maggie's Farm (1965) -- y siempre que en plano sale un televisor, en su pantalla se ven imágenes de helicópteros y soldados. Si no fuera porque aparecen teléfonos móviles podríamos ubicar temporalmente la acción en 1966. Cuarenta años transcurridos y el mundo real no parece que haya cambiado demasiado: los noticiarios siguen acompañando a la audiencia con imágenes de soldados americanos combatiendo en tierras lejanas. Por eso no es de extrañar que el monstruo que acecha a la ninfa del agua, y que no duda en saltarse las reglas tácitas del juego limpio porque sabe que no es una ninfa cualquiera y quienes han de velar por el cumplimiento de las reglas no hacen acto de presencia, sea detectable a los ojos humanos cuando éstos miran atrás con un espejo: hay cosas que sólo pueden verse cuando se mira por encima del hombro, hacia esos hechos pasados que están, ahí, flotando a nuestras espaldas. Por eso es tan efectivo el plano en el que el depredador se queda mirando el trapo rojo que está dando vueltas en la lavadora, el morro de inyectados ojos rojos se solapa al trapo rojizo y todo desaparece tapado por el vaho cuando el animal echa el aliento: la cazadora vaharada depredadora tapa la mecánica tarea de lavar el descolgado trapo sucio rojo sangre.

Se plantea una cuestión con trasfondo: ¿Quieres saber lo que te va a pasar?. Hay quien opta por seguir en el desconocimiento de lo que le sobrevendrá y hay quien desde el primer momento sí quiere saberlo para, finalmente, como confirmación de las deducciones elaboradas a raíz del soplo de avance obtener la demoledora respuesta de "tu hermana tendrá siete hijos y tu verás el segundo".

Hay quien cree saberlo todo sobre algo específico que tiene tabulado y clasificado, ejerce de profesional en dicha especialidad y, cual oráculo, es creído por sus convecinos. Sin embargo, su especialidad no es más que una mera ficción y cuando se encuentra en una situación real cae a cuatro patas como cualquier otro hijo de vecino. Impagable el personaje del crítico de cine y significativa la escena en la que se encuentra con el depredador de ninfas submarinas.

¿Qué hacer si te has equivocado?. Corregir. ¿Cómo puedes darte cuenta de que te estás equivocando?. Porque los resultados obtenidos no son los esperados para lo que se ha aplicado. Este intuitivo proceso deductivo siguen los personajes más implicados en la resolución de la terrorífica situación en la que se hayan inmersos. ¿Porqué no ocurre esto en el mundo real?. Porque algo no va bien. ¿Y porqué no va bien?. Porque el hombre no escucha. ¿A quién?. Empieza por sus convecinos y sigue consigo mismo. ¿Todo esto en 'La joven del agua'?. Esto y mucho más, que el transfondo es extenso y ramificado. ¿Ramificado y extenso?. Sí, más en el siguente párrafo.

A los dos años de "El Bosque (The Village)", M. Night Shyamalan vuelve con otra historia alegórica, más terrenal aún si cabe, en la que la fe juega de delantera, las predicciones juegan en el medio campo, la cámara afianza la retaguardia y la certeza defiende la portería contra cualquier infiltrada especulación. Arranca con un cuento, sigue con una cotidiana historia de fe, se interna por los vericuetos del terror más ancestral y culmina con el majestuoso descenso rescatador del símbolo más acuñado en escudos nacionales, utilizando la cámara como microscopio y los encuadres como escalpelo en una disección anímica de los comportamientos colectivos resultantes de las individualidades que los componen; todo ello trufado de ramificaciones religiosas y políticas.

Persuasivo, hipnótico, mágico, M. Night Shyamalan, perro verde en 35 mm, se supera a sí mismo y anima el patio cinematográfico con una aportación íntima, sensible y sensata; si bien no por todos comprendida, ni compartida. No es de extrañar que esta película no esté alumbrada por el Sol Disney, cuyos rayos se habían distribuido sobre los cuatro trabajos previos ('El sexto sentido, 1999', 'El protegido, 2000', 'Señales, 2002' y 'El bosque -The village, 2004'); puede que porque el sol familiar esté ahora concentrado en proyectos más de encargo que de autor, más de cara a la taquilla que a las meninges, más orientados a la experimentación empresarial que a la sensibilización emocional; aunque estoy convencido de que ha venido derivado de la carga de profundidad oculta en 'El Bosque' y, definitorio, por no haber depuesto su actitud crítica el autor.

M. Night Shyamalan; no pares, sigue, sigue.

Un saludo desde el teclado.