sábado, agosto 19, 2006

La casa del lago

Título original Año Estreno Dirección País Duración
The lake house 2006 30 Junio 2006 Alejandro Agresti USA 105 min.

 

Hola, aloh.

El tiempo es lineal, sólo avanza, nunca retrocede. Lo podemos medir pero no alterar. Unas características que han dado pie a muchas ficciones, unas más científicas que otras, sobre cómo alterar esos condicionantes y poder disponer de una segunda oportunidad, bien para corregir un error o, ¿porqué no?, para hacerlo más grande si es posible ("apuesta cuando estés seguro de ganar o cuando el perder te reporte algún beneficio").

Tomemos un bloque de pisos. Vivimos en el tercero cuarta. El vecino del segundo cuarta ha puesto un ventilador de techo que con el tiempo ha generado una excentricidad en el rodamiento de giro que produce un periódico y molesto sonido. Este sonido, nos llega como si el ventilador estuviera en nuestra vivienda. Mismo tiempo, diferente espacio. El sonido establece un puente entre los dos espacios, uniéndolos auditivamente pero sin trasvasar el aire en movimiento; un puente de vinculación selectiva: esta sí, esta no.

Sigamos en el bloque de pisos. Si andamos con calzado de tacón reforzado, nuestros pasos le parecerán al vecino de abajo más propios que vecinos. Y es que aunque estemos en otro espacio diferente, aunque no podamos vernos, los dos pisos tienen la misma disposición y cabría imaginar que si observáramos con un ángulo cenital el edificio, la proyección de sus habitantes sobre una planta común conseguiría el efecto de que personas que no se ven pudieran llegar a estar ocupando la misma posición, la misma baldosa. Todo esto por estar en diferente espacio en el mismo tiempo.

Si en nuestro ejemplo del bloque de pisos, intercambiáramos tiempo y espacio, podría ser que dos personas estuvieran en el mismo espacio pero en diferente tiempo. No pueden verse porque cada una de ellas está en su tiempo, en su piso, pero en cambio hay un elemento que une ambos tiempos (lo que hablábamos del sonido).

En la comunicación cotidiana, los métodos más comunes son la voz (sonido) y la escritura (imagen). La voz requiere simultaneidad de tiempo y una proximidad en el espacio. La escritura elude la simultaneidad de tiempo y no precisa de la proximidad de espacio. Además, la escritura al estar relacionada con la vista y ésta con la imagen y ésta con la luz y ésta, por sus características de velocidad de propagación, con la alteración del tiempo y del espacio circundantes al observador, nos encontramos que una carta es la mejor manera de romper la barrera del espacio-tiempo y, echándole un poco de imaginación, poder establecer un puente entre dos tiempos distintos. Que la carta sea leída en el mismo punto del espacio es una condición que de darse no deja de ser un valor añadido, que no requerido.

Los sentimientos se asemejan a los edificios y no podríamos vivir sin unos ni otros. Para proyectar edificios hay que estudiar arquitectura, para edificar sentimientos basta con llegar a mañana y sentir lo que hemos dejado atrás; ésto no es una diferencia sino una relación que cohesiona la analogía pues estudio y supervivencia forman el espíritu de la persona. Arquitectura y sentimientos buscan mantener la edificación por encima de aquellos elementos que la puedan deteriorar: agentes naturales (viento, lluvia, sol, frío) y la combinación de ellos sumada al transcurrir del tiempo.

Una casa en el lago, construida sobre el agua, además de las connotaciones anteriores conlleva la concomitancia de evocar la etapa en el útero materno, un hábitat personal rodeado de líquido elemento que sugiere la idea de protección contra las agresiones exteriores.

El planteamiento de 'La casa en el lago' se torna atractivo una vez captado: dos personajes que viven separados dos años en el tiempo tienen en común una casa de cristal construida sobre un lago. Si el tiempo los separa en el presente, la casa del lago los une en el pasado y el buzón de correo los relaciona con vistas al futuro. El romance está servido para los unidos por el tiempo que los separa. Este juego con el tiempo... es una fantasía sugerente; que sube enteros cuando los personajes quedan para un encuentro en un restaurante y hasta se acepta con emotividad cuando el árbol aparece de la nada la noche de lluvia. Sin embargo, parece haber más esencia en la historia, en la trama, que en los protagonistas. La fantasía que se intuye atrae más que el romance que se ve. Si la historia buscaba conjuntar fantasía, romance, drama y comedia ... el resultado parece ser que la fantasía no parece haber encajado con el triángulo romance, drama y comedia. No obstante, la estructura argumental y el planteamiento visual mantienen el pulso y evitan que el interés se diluya.

Keanu Reeves se ofrece como el más indicado para el papel pues tiene experiencia demostrada, por triplicado, en cambiar de espacio-tiempo a golpe de timbre telefónico y, ¿porqué no habría de funcionar también en modo epistolar?. Sandra Bullock, por su reconocida presencia de 'la vecinita del piso de arriba' se ofrece como la más indicada para vivir dos años arriba. Ambos habían mantenido la chispa del romance trepidante en 'Speed' (1994, Jan de Bont) pero aquí, sobre la calmada superfice del lago, el romance entre ambos se acepta pero no se captan chispas emotivas que salten entre ellos, como si algo, los años que median (puede que en la historia o puede que entre las dos películas, ya se sabe que el tiempo pone la cosas en su sitio), actuase de dieléctrico atenuador y acabase derivando el atractivo hacia la temática de las diversas perspectivas arquitectónicas que la poco a poco desvelada relación familiar presente entre él, su padre y su hermano pequeño, los tres arquitectos, a lo largo del tiempo y con la casa del lago como edificado legado, saca a flote.

Un saludo desde el teclado.