lunes, junio 20, 2005

Primer

Hola, aloh.
 

Hace unos días he completado un rompecabezas musical consistente en identificar el título y el artista de cien breves, brevísimos (1 segundo), fragmentos musicales. Me lo habían enviado por correo electrónico y empecé como diversión, por aquello de ejercitar la memoria musical y evaluar el porcentaje de conocimiento y reconocimiento musicales que era capaz de alcanzar. Al final, tras varios intentos que me situaron cerca del 40%, un día que el horario me lo permitía, acabé dedicándome de lleno a su resolución utilizando para ello la moderna herramienta del navegador de internet. Es curioso lo delgada que es la línea que separa el juego de la cuestión personal.

Puede que algo parecido, salvando las distancias tanto geográficas como conceptuales, le ocurriera a Shane Carruth, matemático e ingeniero americano que con 32 años, y en vista de lo que por sus lares acostumbra a pasarles a los ingenieros cuarentones, ha optado por adentrarse en el cine profesional. Autodidacta de la técnica cinematográfica y de la escritura de guión, puede que empezara como entretenimiento pero ha terminado implicado en el proyecto hasta la médula: protagonista, productor, guionista, director, fotografía, música y montaje. Tanta presencia y participación no es por ego sino por simple cuestión de números: el presupuesto de 'Primer' ha rondado los 7000 $USA (unos 6000 euros).

Habiendo leído lo anterior, no dudé en dirigirme a la sala en versión original más próxima en tiempo, aunque no necesariamente en espacio (si bien me place recorrer los pasillos que pisé el día que a los voluntarios olímpicos nos permitieron comer en el comedor de los atletas). La curiosidad por ver una película de ciencia-ficción, realizada con el presupuesto de un coche de segunda mano, se convirtió en impaciencia de modo que zanjé la situación asistiendo a la primera sesión del día del espectador. Por mi parte estaba dispuesto a entrar en la línea presupuestaria del director; no obstante, me tomé un café antes de adentrarme en la sala dado que no quería correr riesgos, somnolencia sobre todo.

Ejercicio 1
La NASA gastó millones en investigación hasta conseguir un bolígrafo capaz de escribir en gravedad cero. La utilidad del invento en la tierra era que permitía escribir sin necesidad de mantener la punta hacia abajo; ya no era necesario apoyar el papel en una mesa, servía cualquier superficie: una pared, un techo...

Poco tiempo después, los rusos resolvieron la cuestión de la escritura en gravedad cero sin recurrir al espionaje industrial y con un coste de investigación cero.

¿Qué usaron los rusos para escribir en el espacio?

Pista: Es un dispositivo ya existente desde antes de la invención del bolígrafo convencional.

Ejercicio 2
¿Qué es peor:
pensar que te estás volviendo paranóico
o
estar convencido de que deberías haberlo sido?.
 
Ejercicio 3
¿Qué información aporta el siguiente diálogo?
Aaron (a Abe): ¿Tienes hambre?. No he comido nada desde mañana por la tarde.
 
Ejercicio 4
¿Qué le ocurre a un ingeniero de cuarenta años?.
(El señor de la barba lo sabe porque lo ha vivido).
 
Ejercicio 5
¿De qué sirven unos subtítulos blancos cuando el fondo de la escena es claro, intensamente claro?.
 
Ejercicio 6
Supongamos que has descubierto la manera de retroceder en el tiempo. ¿Qué provecho sacarías de ello?:
  1. Económico. Te dedicarías a jugar a la bolsa, las apuestas o la lotería.
     
  2. Personal. Evitarías desenlaces dramáticos.
     
  3. Ambos. Las dos facetas anteriores son complementarias.
     
  4. Ninguno de los anteriores. No se pueden alterar los acontecimientos acontecidos.
Ejercicio 7
Supongamos que puedes retroceder en el tiempo.
¿Podrías encontrarte contigo mismo?.
¿Sería conveniente?.
 
Ejercicio 8
Supongamos que puedes retroceder en el tiempo.
Una vez en el pasado, ¿tu doble podría utilizar el mecanismo para retroceder nuevamente en el tiempo?.
¿Sería conveniente?
¿Deberías hacer algo al respecto?
 
Ejercicio 9
Supongamos que puedes retroceder en el tiempo.
¿A quién se lo dirías?.
¿Porqué?.
 
Ejercicio 10
La investigación y la experimentación:
  1. Se han de hacer con medios, para no correr riesgos, y con personal profesional, para evitar las rencillas y las desconfianzas personales.
     
  2. No es cuestión de medios, es cuestión de creer en lo que se hace, trabajar con personas afines y en las que puedas confiar porque se comportan como tú lo harías.
Ejercicio 11
De los dos protagonistas,
¿cual de ellos, además, es el guionista, director, productor, fotógrafo, montador y músico?.
 

 

Según parece, no es necesario gastar millones en investigación para desarrollar un bolígrafo capaz de escribir en gravedad cero cuando existe el lápiz convencional, de mina de grafito, que permite la escritura en cualquier posición. Por la misma regla, no es preciso gastar millones a la hora de realizar una película de ciencia-ficción, compleja pero sobria, profunda pero imaginativa, casera pero atractiva. Cuando se trata de ciencia-ficción no es necesario recurrir a los efectos especiales, la imaginación suple perfectamente los efectos. No es necesario un cohete ni salir al espacio para que la imaginación vuele. Si la lectura de un libro puede sacarnos del sofá y transportarnos al mundo ideado por el autor, ¿porqué no puede ocurrir lo mismo en una butaca de cine?. Tan sólo es cuestión de presentar las situaciones de una manera natural y cercana: un garaje (¿quién no tiene un trastero?), unos elementos cotidianos (el catalizador del coche, el gas de la nevera, unas baterías de coche, una cámara de video) y unos personajes identificables (Aaron y Abe con sus corbatas negras y sus camisas blancas buscando un golpe de suerte, un toque de ciencia, una patente millonaria) y sujetos por las tensiones de la física, la ética, el miedo y la ambición.

Al poco de iniciada la proyección, mi atención se centró en la pantalla y no se apartó de ella hasta que salieron las letras de los créditos de final. Supongo que parpadeé porque es un acto reflejo, no consciente, ya que los sentidos estaban pendientes del divertido juego que propone la película al ir ofreciendo unas situaciones que, con los diálogos y las imágenes, se han de ir encarando como si fueran piezas de un cubo de Rubick. No tengo ningún reparo en admitir que la trama de la historia me resultó incomprensible en su totalidad; puede que sea debido a mi falta de conocimiento físico-cuántico, puede que sea debido a la intrincada trama de la historia en la que los protagonistas y sus dobles se van alternando de manera que llega un momento en que no se sabe bien qué es lo que está ocurriendo o puede que sea porque está hecho adrede para que te sientas perdido, como si estuvieras en un laberinto de pasillos sin encontrar la salida. Pero, eso sí, es una propuesta fascinante y adictiva, original y desconcertante.

Sam Carruth asegura que para entender su película hay que verla dos veces. Por mi parte, le acepto el envite. Estoy ahora redactando la crónica porque quiero que verse sobre la primera impresión de 'Primer' pero estoy planificando un segundo visionado para la próxima semana (dejaré un plazo de tiempo razonable pero no excesivo, es el impulso adictivo), de nuevo en día del espectador (hay que aprovechar las ventajas que ofrecen los exhibidores) pero, eso sí, esta vez no pienso ir a verla en versión original. Tal como está subtitulada equivale a circular con el aire acondicionado puesto y todas las ventanillas bajadas, un despilfarro, un sin sentido. En 'Primer' los diálogos son importantes, no por los tecnicismos y las explicaciones teóricas sino porque incluyen pistas para identificar los acontecimientos que estamos viendo y que deberemos ordenar en la cronología de lo que se nos cuenta. La frase "No he comido nada desde mañana por la tarde" nos informa de que estamos ante los dobles de Aaron y Abe que han viajado atrás en el tiempo. Si no podemos leer el texto del subtítulo porque éste, letra blanca con un decorativo reborde negro moteado, es totalmente ilegible debido a que no contrasta con el fondo de la escena que estamos viendo da como resultado que hemos perdido la referencia de tiempo que se nos ofrece y en lugar de participar en el juego acabamos perdidos, cual pato en un garaje. Y lo de los subtítulos no pasa sólo una vez, es casi endémico con lo que no me extrañé cuando un señor abandonó la sala a media película. No es necesario pagar la entrada de un cine para que te recalquen reiteradamente durante 75 minutos que eres un inculto idiomático incapaz de seguir un diálogo en inglés.

Un saludo desde el teclado.