viernes, mayo 05, 2006

Misión: Imposible III

Título original Año Estreno Dirección País Duración
Mission: Impossible III 2006 5 Mayo 2006 J.J. Abrams USA 126 min.

 

Hola, aloh.

Cuentan que Hitchcok le dijo a Truffaut: "Cuanto más conseguido sea el malo, más conseguida será la película". De esto ya hace tiempo, pero hay pautas que se mantienen a lo largo del tiempo porque, sencillamente, son reglas de comportamiento que definen la independencia de la suficiencia de la necesidad.

En el mundo de la farándula se sobrevive aplicando la máxima del "más difícil todavía". El mundo del negocio cinematográfico hace tiempo que hizo suya el dicho circense y, para curarse en salud en cuanto a los derechos de autor, la ha llevado al "todavía, más difícil todavía".

En círculos gubernamentales y demás entornos funcionariales, está a la orden del día la conciliación de la vida familiar y profesional. Si concilias, funciona; garantizado (hasta que se demuestre lo contrario o salga la nueva pauta mágica).

En el mundo de la cocina, sea alta o la de casa, el punto de la mayonesa con ajo y aceite, lo da la constante agitación de la mezcla y la paciente aportación dosificada de ingredientes.

Un villano cruel y despiadado, camuflado tras el aniñado rostro de Philip Seymour Hoffman, aporta la suficiencia que vertebra la trama sin más necesidades o requisitos. Sin embargo, hay un más difícil en el guión al encandenar las imposibles misiones, como si una no bastase y dos fuesen insuficientes, resultando tres en una, juego retrospectivo con el tiempo incluido. La conciliación de la profesión más inconfesable con la vida familiar más deseable establece la adhesión del espectador al protagonista: ¡Ethan, estamos contigo!. El director, cual maestro cocinero, va dosificando los ingrentes en el mortero del metraje para, sistemáticamente, proceder a su mezclado hasta alcanzar el punto de consistencia que mantiene el sabor sin que se corte. Una apuesta por el más difícil todavía en la que protagonista y película, trapecista y función, mantienen el equilibrio sin caerse del andamio: arranque con una angustiosa situación límite, ambientación visual estilizada y escenas espectaculares (la persecución nocturna en helicópteros por entre los molinos de un campo eólico) trufadas de explosiones, combates, persecuciones y hasta un sarcástico paseo por el Vaticano que aporta un localizado toque 'El Código Da Vinci'. El espectador, por su parte, ha de aceptar ciertas convenciones que no van más allá de lo imposible y, algunas, que no pasan de lo previsible.

La misión imposible no está en que la película se sostenga, prueba superada, sino en que te dejen verla con tranquilidad: al no dar tregua al espectador (explosiones, tiros, combates y persecuciones) hay congéneres moscones que intentan conciliar tensión y diversión optando por la conversación, desgraciada e incívicamente, a la envolvente del sonido ambiente.

Un saludo desde el teclado.