martes, diciembre 28, 2004

La pasión de Cristo

Hola, aloh
 

"��Ves, madre?, yo hago nuevas todas las cosas."
 
Esta frase, que Jes��s dice a Mar��a cuando ella consigue llegar hasta ��l, ca��do mientras lleva la cruz por las empinadas calles que conducen al G��lgota, enhebra un momento del pasado, en el que Jes��s muestra a Mar��a la mesa alta que acaba de preparar para un rico, con la hiriente aguja del presente que est��n viviendo dado el ignominioso castigo que les est��n inflingiendo; esta frase, reitero, es el parterre desde el que nacen las ramificaciones espirituales, hist��ricas y art��sticas de "La Pasi��n de Cristo", de Mel Gibson.
 

La pel��cula resume en 126 minutos las doce horas transcurridas entre la detenci��n de Jes��s de Nazaret en el Huerto de Getseman�� y su muerte en el monte G��lgota, con un breve y on��rico ep��logo sobre su resurrecci��n. Mel Gibson ha optado por ofrecer al pasivo espectador, c��modamente sentado ante la pantalla, una inmersi��n sensorial en unos hechos que son conocidos por todos, creyentes y no creyentes, apelando a los sentidos de la vista y del o��do de una manera tan impactante que hasta el sentido del gusto se ve afectado como consecuencia de la angustia inducida. Una visi��n muy particular para unos hechos sabidos y mil interpretados que da como resultado una pel��cula sobrecogedora.

"M��s yo os digo, amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan. Porque si am��is s��lo a los que os aman ��Qu�� recompensa tendr��is?"
(Jes��s predicando en el monte donde ser�� crucificado).
 

La visi��n de Mel Gibson elude el apartado espiritual de los hechos. Plantea las situaciones y deja al espectador la interpretaci��n religiosa del pasaje de acuerdo con sus creencias y sus conocimientos. Por otro lado, los hechos tal como aparecen hablan por s�� solos sin necesidad de complementarlos con mensaje alguno.

"��Quieres saber mi definici��n de problema, Claudia?. Esta perdida provincia, esta sucia chusma de ah�� fuera."
(Pilatos a su esposa, Claudia, cuando comentan las repercusiones de la detenci��n de Jes��s).
 

La visi��n hist��rica, social y pol��tica de los hechos es el motor de la pel��cula. Una provincia sometida al imperio romano, con un consejo Senedr��n sumido en luchas intestinas de poder maquilladas con un manejo sibilino de las escrituras, un rey Herodes a todas luces m��s preocupado por satisfacer su cuerpo que el de sus s��bditos y un gobernador romano atrapado entre la espada del C��sar y la pared de la remota provincia que le ha tocado mantener adherida al imperio.

En este magma pol��tico aparece la figura de Jes��s que se vale de las circunstancias para completar lo que ha venido a hacer, aunque sea un c��liz amargo de beber. Mel Gibson se encarga de que el espectador beba sensualmente la hiel contenida en el c��liz de los intereses pol��ticos, contraponiendo unos personajes femeninos que son faros de cordura en un infernal temporal de locura.

"��Siempre castig��is a vuestros prisioneros antes de juzgarlos?"
(Pilatos a quienes le traen a Jes��s para que sea ejecutado).
 

La recreaci��n hist��rica del momento en que acontece la acci��n raya el perfeccionismo. Lugares, ropajes, utensilios e incluso los idiomas del momento (la pel��cula est�� hablada en arameo y lat��n) son reproducidos fielmente en busca de la inmersi��n ambiental en los hechos.

La escena de la flagelaci��n es uno de los momentos m��s impactantes de la pel��cula (un amigo la ha llegado a calificar de "apoteosis del 'gore'"). Empieza como un castigo que Pilatos ofrece para satisfacer el ansia de sangre del Senedr��n y evitar as�� la ejecuci��n que ��ste le solicita. La orden inicial de 's��lo castigo' se diluye conforme se va transmitiendo por la cadena de mando romana para acabar en una org��a de sangre cuando los verdugos se toman como cuesti��n personal que Jes��s se ponga en pie tras una profesional tanda de 30 azotes con varas, "olvidando" todos los implicados la orden especificada y pasando a aplicar el castigo "estandar". Una flagelaci��n que era un castigo se acaba convirtiendo en la antesala de una crucifixi��n.

(La crucifixi��n probablemente comenz�� entre los persas. Alejandro Magno fue quien la introdujo en Egipto y Cartago, siendo los cartagineses quienes la transmitieron a Roma, donde este cruel castigo fue perfeccionado para producir una muerte lenta con el mayor sufrimiento y dolor. La legislaci��n romana prohib��a expl��citamente que los ciudadanos romanos pudieran recibir esta pena. La agon��a del crucificado duraba desde tres o cuatro horas hasta algunos d��as y se relacionaba de forma inversa a la dureza de la flagelaci��n. No obstante, los soldados pod��an acelerar la muerte rompi��ndole al crucificado las piernas. La flagelaci��n previa a la crucifixi��n serv��a para debilitar al reo y, si la p��rdida de sangre hab��a sido cuantiosa, era de esperar que se produjera una insuficiente presi��n sangu��nea e incluso un colapso debido al bajo volumen de sangre.)

"Recordad que soy un hombre inocente, obligado a llevar la cruz de un condenado."
(Paseante que es obligado a llevar la cruz).
 

Es inevitable que la recreaci��n expl��cita de unos hechos brutales, habituales en su ��poca, suponga un impacto para el espectador de nuestro tiempo. La visi��n art��stica cierra el tri��ngulo estructural de la pel��cula actuando a modo del excipiente que facilita la asimilaci��n del medicamento.

La fotograf��a y los encuadres beben de los trabajos de Caravaggio, Puntarmo, Michelangelo y Leonardo, entre otros, para completar las escenas como estilizados cuadros.

La iluminaci��n completa la ambientaci��n; por ejemplo, el azul para Getseman��, la p��lida luz del espacio asfixiante de la corte del Sumo Sacerdote, el naranja ocre en la ��ltima cena, la n��tida luz del d��a en el V��a Crucis que presenta un suelo blanco deslumbrante, s��mbolo de pureza, que contrasta con los colores oscuros de los ropajes, calzados y dem��s s��rdidos elementos que tienen contacto con el suelo.

La c��mara lenta, estilo Sam Peckinpah, enfatiza ciertas acciones como signo de violencia contenida precursora de la violencia desatada que seguir�� a continuaci��n.

Los efectos de sonido, pisadas, roce de prendas, ruido de objetos, crujir de la madera, realzan los silencios de modo que el espectador no obtenga respiro y llegue a bajar la tensi��n.

El uso del 'flash-back', mirada retrospectiva o recuerdo intercalado, complementa la acci��n presente o ayuda a liberar parte de la tensi��n acumulada.

El paralelismo contrapuesto entre una situaci��n presente y una equivalente del pasado realza el dramatismo de la acci��n que se est�� desarrollando.

Otro elemento interesante es la representaci��n del demonio, tentador al comienzo y reprochador en el desenlace, caracterizado como un ser andr��gino o hermafrodita, con unos rasgos femeninos finos y delicados, pero sin cejas, sin pelo en la cabeza y, sobre todo, sin parpadear, aludiendo al dicho popular de que "el demonio nunca duerme". Las tomas del demonio fueron realizadas en c��mara lenta, para lograr este efecto de 'sin parpadeo'.

A destacar, la escena en que desde una toma cenital del monte calvario se aprecia la formaci��n y desprendimiento de una l��grima que a modo de gota de lluvia se precipita hacia el suelo provocando un terremoto al impactar contra la blanca arena del suelo.

"Si t�� no quieres escuchar la verdad, nadie te la puede decir."
(Claudia a Pilatos cuando ��ste se cuestiona qu�� es la verdad).
 

Una pel��cula sobrecogedora, por los hechos que presenta, por c��mo los presenta y, sobre todo, porque, a pesar del tiempo transcurrido, las situaciones, con variantes y eufemismos, se siguen produciendo en nuestros d��as.

Un saludo desde el teclado.