martes, noviembre 16, 2004

El fuego de la venganza

Hola, aloh.
 

Tony Scott, hermano del tambi��n director de cine Ridley Scott, ofrece en "El fuego de la venganza" la ocasi��n de retirarse del mundo durante cerca de dos horas y media.

La pel��cula ya lleva varias semanas en cartelera. En su momento descart�� su visionado a ra��z de haber le��do una cr��tica que ven��a a decir que ir a verla era ir a perder una buena cantidad de tiempo. "Hombre, --pens��--, no voy sobrado de tiempo como para ir por ah�� dilapid��ndolo", con lo que pas�� a otros menesteres.

Sin embargo, el azar es juguet��n y ha querido el destino que "El fuego de la venganza" apareciera en la programaci��n de mi cine preferido coincidiendo con el pase en la pantalla amiga de "Enemigo p��blico", pret��rita aportaci��n de Tony Scott a las salas cinematogr��ficas. As�� las cosas, calent�� retina en casa revisando "Enemigo p��blico", me pertrech�� del correspondiente bocadillo y me dispuse a compartir el tiempo con mi taquillera favorita. Una buena manera de retirarse del mundo durante cerca de dos horas y media.

En M��jico se estila el secuestro. "Cada 60 minutos se produce un secuestro", aparece en pantalla para complementar las im��genes de los cr��ditos de comienzo. El protagonista, americano para m��s se��as, est�� pasando un momento bajo y se encuentra en la zona de Ciudad de M��jico. Su pasado es oscuro, tanto o m��s que ��l mismo. Un joven empresario mejicano, con esposa e hijita, se plantea contratar un guardaespaldas que, aparte de reforzar su estatus social, le aporte tranquilidad dom��stica. El protagonista se convierte as�� en el protector de la familia y, en especial, de la peque��a. Una tarde, al salir la ni��a de clase de piano se produce el temido secuestro. El protector se lleva por delante a cuatro de los secuestradores pero eso no lo exime de recibir innumerables impactos de bala ni, desgraciadamente, evita que la peque��a sea raptada.

Mientras convalece en cama, el secuestro sigue su curso con la mala fortuna que en el momento del pago del rescate se produce un tiroteo con el resultado de la desaparaci��n del dinero y la muerte del sobrino del secuestrador. Ante tanta p��rdida, el secuestrador decide hacer part��cipes a los padres de la ni��a y as�� ambas partes pierden un ser querido. Una vez recuperado de las heridas y puesto al corriente del desenlace, el guardaespaldas hace el sagrado juramento de matar a todo el que haya estado relacionado con el secuestro. De este modo pasa de protector a ejecutor, compaginando su labor justiciera con la de investigador que va desentra��ando la mara��a de corrupci��n que se mueve en torno al mundo de los secuestros organizados. La investigaci��n acaba ofreciendo una sorpresa en el entramado de implicados que es resuelta aplicando la premisa de "la bala no miente".

Aqu�� no queda la cosa dado que a��n falta por encontrar al secuestrador, labor a la que se destina la ��ltima etapa de la pel��cula. A destacar la impagable escena en la que tras encontrar a la mujer, embarazada, y al hermano suben todos a una azotea para tener cobertura telef��nica y poder contactar con el secuestrador. En un momento de la conversaci��n, el protagonista dice: "Tu hermano tiene algo que decirte" y mientras con una mano sostiene el m��vil ante la boca del asustado Aurelio con la otra le vuela los dedos de la mano. El secuestrador debe disponer de un m��vil de los que tienen control autom��tico de ganancia, para garantizar un nivel de audici��n estable, dado que no queda sordo del alarido que le llega al o��do.

"Tony Scott hace 'spots'", podr��a ser un lema. O tambi��n: "Tony Scott envuelve para regalo la historia que le entregan para filmar". La forma por encima del fondo. Con esta premisa, el fondo de la historia puede ser de lo m��s negro y s��rdido que, convenientemente envuelto, puede aparentar la forma de un bomb��n. Este planteamiento ha servido en sus anteriores pel��culas. En este caso, fondo y forma son afines. Queda lejano, muy lejano, "Top Gun". Estamos en una continuaci��n del estilo formal de "Enemigo p��blico": planos a��reos en arco para ubicar la acci��n, movimientos de c��mara con parada de imagen para recordar al espectador que est�� ante una ficci��n, planificaci��n corta y estilo de videoclip, s��lo que no hay gente cantando sino disparando. Un caramelo de violencia urbanita, justificado desde el gui��n y perfectamente adornado desde la c��mara. Sin embargo, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

En otra ��poca del cine, hubiera sido un western. Un pistolero en horas bajas llega al pueblo y encuentra cobijo bajo el ala de la familia de un rancho que lo acoge y le devuelve las ganas de vivir. Luego, el desgraciado incidente de la desaparaci��n de la ni��a de sus ojos aviva el fuego de la venganza y el tiroteo est�� servido. Aqu�� los caballos son coches, los ranchos son mansiones, los pueblos son ciudades y suburbios, el saloon es una discoteca... Sin embargo, el encanto ��pico del western se ha convertido en el agobio expeditivo de la urbe moderna.

"Cada 60 minutos se produce un secuestro", aparece en los cr��ditos de comienzo. En los cr��ditos de final ech�� a faltar una rese��a de c��mo queda la estad��stica de tiempo una vez completada la labor. M��s que nada para poder justificar el tiempo dedicado.

Un saludo desde el teclado.