sábado, noviembre 18, 2006

La dalia negra

Título original Año Estreno Dirección País Duración
The Black Dahlia 2006 20 Octubre 2006 Brian De Palma USA y Alemania 120 min.

 

Hola, aloh.

Elizabeth "Betty" Short, nacida el 29 de julio de 1924 en Hyde Park (Massachussets), perseguía el sueño de triunfar en Hollywood; al igual que otras muchas otras aspirantes a actriz en la época dorada de la posguerra. A los 19 años se dirigió a Los Angeles (California) y su historia en la ciudad es representativa de la de muchas otras ingenuas jóvenes: se presentó a varias pruebas, vivió durante un tiempo en unos apartamentos y se dice que frecuentaba clubes nocturnos como el Pig & Whistle en Hollywood Boulevard, el Café Formosa en Santa Monica Boulevard y el Hotel Biltmore en Grand Avenue. El 9 de enero de 1947 fue la última vez que Betty fue vista con vida.

Su pelo negro, su costumbre de vestirse de negro y llevar una flor prendida del pelo, junto al estreno en 1946 de la película 'La dalia azul' – dirigida por George Marshall, con guión de Raymond Chandler, y protagonizada por Alan Ladd y Verónica Lake – la "marcaron" con el el apodo de 'La dalia negra', sobrenombre que la perseguiría más allá de su truculenta muerte; un espeluznante asesinato que cautivó a Hollywood y fascinó al país entero porque parecía sacado directamente de una novela de Raymond Chandler o Dashiell Hammett.

Al igual que muchos otros antes y después, el novelista James Ellroy seguiría la historia de este icono de Hollywood durante años hasta que en 1987 la plasmase en su séptima novela y primera de su cuarteto sobre Los Ángeles: 'La dalia negra', 'El gran desierto', 'L.A. confidential' y 'Jazz blanco'.

Los productores Rudy Cohen y Moshe Diamant encargaron al guionista Josh Friedman la adaptación de las más de 300 páginas de la novela de Ellroy para el director David Fincher, quien en 1997 iba a dirigir inicialmente el proyecto. Fincher y Friedman trabajaron juntos durante varios años, alternando con otros proyectos, pero finalmente Fincher abandonó la vía y Brian De Palma, según se dice, entró cual locomotora.

Ellroy tiene una peculiar forma de entrelazar historias distintas pero convergentemente relacionadas y 'La dalia negra', novela más de ficción histórica que de género negro, no es precisamente una excepción. Brian De Palma es bien conocido por sus giros y golpes inesperados en la trama. Los personajes mienten, unos más que otros pero todos según sus intereses, conocidos u ocultos. Resultado de esta triangulación: el espectador no lo tiene fácil y va a tener que estar bien atento; si alguien piensa en echar una cabezadita aprovechando los 120 minutos de la película es bien libre de hacerlo pero cuando vuelva a abrir los ojos se encontrará más perdido que un pato en un garaje y quienes por desmesurado consumo se descuelguen hacia el bar a por suministro fungible o por necesidad imperiosa deban visitar los servicios del local, sufrirán una leve descolocación que, según casos, puede durarles hasta aparecida la palabra FIN y llevarles a dictaminar que la película es embarullada para, por consiguiente, concluir que es aburrida.

La trama criminal es argumentalmente intrincada pero narrativamente seductora. En la novela, el descubrimiento del cadáver y su descripción fijan la atención del lector para lo que ha de venir. En la película, un majestuoso plano grúa enlaza la redada de los dos detectives con el descubrimiento del cadáver y vincula la hasta ese momento historia triangular de los dos amigos ex-boxeadores y la rubia amiga común con la nueva historia triangular entre el amigo exboxeador, la enigmática rubia amiga común y la tórrida mujer fatal sosías de la asesinada dalia negra, dejando claro, de paso, que a la novela lo que es de literatura y a la pantalla lo que es de cine (como prueba fehaciente, ahí están los trozos intercalados de película de la asesinada que los investigadores visionan en busca de pruebas y que, en un blanco y negro que realza los descriptivos ojos de la víctima, permiten al espectador hacerse una idea emotivamente visual de lo que le había tocado vivir y de lo que le había hecho morir).

Brian De Palma se aplica, comedido pero elegante, contenido pero con fiereza, en la seductora formulación visual de las tipologías e iconografías de la crónica social estadounidense más oscura: una trama criminal espesa e intrincada plagada de intereses sociales en alza y de cotizaciones morales a la baja que circula por el lado más sórdido de los oropeles dorados y el glamour artificial de la meca del cine; caligrafía de cine negro clásico sobre papel con membrete de autor con poso que deja ir su imprescindible escena de cámara giratoria sin marear, recrea la componente irreal del desenlace fatal con su suntuosa escena de escaleras a cámara lenta, guiña un ojo a quien está atento con su ineludible escena imaginada para sorprender y se permite, los años son un grado, sugerir la violencia desde la cercanía del morbo de quienes se arremolinan en torno al cadáver en el solar o desde la distancia media del plano general en la sala forense.

Un saludo desde el teclado.