sábado, octubre 16, 2004

Collateral

Hola, aloh.
 

Desde mi ��ltima cr��nica he recibido alg��n comentario respecto de la acci��n agresiva sobre el h��gado que producen los elementos chorizo y chocolate, no s�� si por s�� solos o por su conjunci��n digestiva. De cara a reducir riesgos, y en pro de la investigaci��n, esta vez me he decantado por un combinado de at��n y chocolate; que, como viene siendo habitual, degust�� en compa����a y comentarios de mi taquillera favorita mientras en pantalla se desarrollaba "Collateral", de Michael Mann.

Buena compa����a, buena comida y buena, con alg��n "pero" soslayable, pel��cula de entretenimiento. Estamos ante una pel��cula de g��nero, llevada con pulso firme y con alg��n que otro desliz en aras de la espectacularidad.

El inicio ya marca la pauta de lo que va a desarrollarse durante cerca de dos horas. Un taxista prepara su veh��culo para incorporarse al turno de noche en la ciudad de Los ��ngeles. Llegada la hora, los taxis del turno de noche salen del garaje y se incorporan al tr��fico rodado de la ciudad entre claroscuros de luces y sombras.

Dos hombres, un taxi y la noche de Los ��ngeles. Ambos personajes tienen licencia; uno para conducir y el otro para facturar. Ambos personajes son buenos profesionales y les gusta tenerlo todo bajo control, cronometrado. Parecen dispares, uno act��a sin pensar y el otro piensa sin actuar, pero, no est��n muy alejados uno del otro y no precisamente porque vayan en el mismo taxi.

Nuestro taxi lleva, sobre el techo, un r��tulo publicitario iluminado que le confiere un aspecto de escualo que se ve acentuado por las sugerentes tomas cenitales que describen los movimientos del veh��culo por la ciudad. La c��mara a pie de calle otorga al letrero luminoso la funcionalidad de la aleta dorsal de un tibur��n cuando aflora sobre la superficie del agua en las proximidades de la futura presa. Y as�� es, ni m��s ni menos, cada vez que el taxi llega a cada uno de los cinco destinos que el programa de la noche indica. En el mar, la presa la determina el azar; en la ciudad, la presa est�� determinada por el inter��s privado.

La noche se va desarrollando con las discrepancias propias de toda relaci��n casual impuesta por el destino hasta que la planificaci��n es pisoteada por un cami��n. Adi��s programa, hola "sobre la marcha". Llegados aqu��, la pel��cula abandona la conversaci��n y pasa a la acci��n con una actuaci��n en una discoteca que es la viva representaci��n de un ataque de tibur��n sobre su codiciada presa.

Los minutos transcurren sin darse cuenta hasta que la pel��cula toma la recta final. Aqu�� he de decir que la inercia toma el control de la historia y, en mi opini��n, se va de madre en aras de un innecesario segundo cl��max final. Pero, es lo que hay.

El diccionario define colateral como: "Cosa que est�� a uno y otro lado de otra principal". Pues bien, el t��tulo hace honor a la definici��n: las escenas de inicio en el aeropuerto y las finales en el metro son realmente 'colaterales', podr��an suprimirse perfectamente y as�� quedar��a lo principal.

Un saludo desde el teclado.