jueves, mayo 19, 2005

George Lucas: El rebelde Skywalker contra el Imperio en VI episodios

Hola, aloh.

En mayo de 1973, un joven George Lucas terminaba el borrador de 'La guerra de las galaxias'. Tres años después comenzaba el rodaje de la película que revolucionaría el cine de ciencia-ficción. Los ocho millones de dólares del presupuesto inicial se acabaron convirtiendo en once. Completada la producción, en un pase privado previo al estreno, Steven Spielberg se mostró encantado con la película mientras que Brian de Palma vaticinó que sería un estrepitoso fracaso. Dos opiniones, dos caras de la moneda que ha ido ingresando los millones por miles. La cinta recaudó más de 700 millones de dólares y no ha terminado. Es la magia multiplicadora del cine.

En los años 70, la rebelión de Luke, Han Solo, Leia y compañía contra el Imperio era la metáfora de la contienda que por entonces Lucas, Coppola, Altman y Scorsese libraban contra el Hollywood establecido en busca de un cine que diera libertad a la figura del director. No en vano el título de aquella simbólica película ha resultado ser 'Star Wars. Episodio IV: Una nueva esperanza'(1977).

En el mundo artístico no es fácil formar equipo, esto lo saben los estrategas empresariales del Imperio, y 'los rebeldes' acabaron como pudieron, unos con más suerte que otros ante lo que se vino a llamar 'Star Wars. Episodio V: El Imperio contraataca'(1980).

Lucas puede ser director de cine sin por ello tener un pelo de tonto. Conocedor del ambiente y obligado por lo establecido, aparentó una sumisa retirada y cedió ante la distribuidora amparado en un plan sencillo pero demoledor: para vosotros la taquilla y para mí el resto. Dejó transcurrir la segunda trilogía con los derechos de distribución de las película en manos del Imperio pero con los derechos de comercialización del llamado 'merchandising' en las suyas, de esta manera demostró que el resto puede llegar a ser mayor que el todo si bien pagó el precio de no dirigir las dos siguientes entregas de la trilogía que se completa con 'Star Wars. Episodio VI: El retorno del Jedi'(1983). Un aviso de que volvería pero sin especificar fecha. El ataque a la Estrella de la Muerte se salda con la revitalización del género de ciencia-ficción y con la reanimación lubricada de los ingresos, tanto los directos en taquilla como los indirectos por derechos de comercialización de productos relacionados ('merchandising').

Lucas se reagrupa en la producción: productora propia, LucasFilm Ltd; sistema de sonido propio, sistema THX; y la compañía de efectos digitales 'Industrial Light & Magic', el buque insignia del último Jedi. En términos de producción, industrial o cinematográfica, es sabido que los cuellos de botella se van trasladando conforme se van resolviendo. Mientras el Imperio se sigue extendiendo por la galaxia cinematográfica propiciando la proliferación de multisalas en centros comerciales, Lucas, enrocado en sus proyectos de producción, detecta el siguiente cuello de botella del Imperio: la producción en los tiempos modernos. Dispuesto a golpear nuevamente, desempolva la historia de Star Wars y acomete la primera trilogía, pero esta vez está a los mandos del crucero: guión, producción y dirección. En 'Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma'(1999) demuestra que es posible intercalar planos digitales a plena luz del día y deja claro que la limitación en la creación cinematográfica está en el director no en los medios. Al año siguiente, cómo no, Ridley Scott le tomaría la palabra en 'Gladiator'(2000), si bien los planos digitales son oscuros el buen hacer del director suple el no poder utilizar la tecnología de 'Light & Magic' (sólo un Jedi puede usar una espada láser). Con 'Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones'(2002), Lucas sube la apuesta en esta millonaria partida de póker y presenta un circo romano a plena luz de día con personajes humanos, humanoides y animados. Los episodios I y II pueden interpretarse como el catálogo de la moda en producción digital para la venidera temporada de estrenos. En estos episodios, la confederación de comercio se ha ido encargando de realizar el trabajo sucio de atacar las bases de la posible resistencia al futuro emperador. Por su parte, la confedaración de críticos ha ido durante estos años minando con sus comentarios la credibilidad de Lucas, tanto como director como guionista; en el mundo real el Imperio siempre ha estado presente. Por su parte Lucas se ha entretenido en realizar costosas producciones de manera que la distribuidora, el Imperio, tuviera trabajo para recuperar la inversión en un mercado cinematográfico cada vez más saturado. Además, con la producción digital, alias 'La amenaza fantasma', ha abierto brecha en las bases del Imperio que no puede controlar la proliferación de estudios de efectos especiales, clones de su 'Industrial Light & Magic', alias 'El ataque de los clones', y tan sólo le queda la distribución como punto de apoyo.

Al igual que Obi-Wan, Lucas ha llegado al final de la etapa prevista y ha procedido a desactivar la espada láser y a esperar el golpe de gracia del malvado; al fin y al cabo ¿qué es el cuerpo cuando se tiene el espíritu?. En 'Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith'(2005) la acción es pausada pero constante porque el objetivo es atracar la nave rebelde en puerto. Se acabaron los viajes interestelares por la extensa galaxia de la producción de efectos digitales. El catálogo promocional se cerró en el Episodio II y en este Episodio III, además de mostrar cómo el ejército clon (esperanza de la república para contrarestar los turbios manejos del latente tirano) se vuelve contra los Jedi y acaba bajo las órdenes del Emperador (los estudios de efectos digitales acabarán girando en la órbita de las distribuidoras), se cierra la trama empezada en el lejano 1977 en una película dónde los personajes, los actores y la historia engranan aderezados con una ambientación que no repara en efectos. Tras este segundo ataque rebelde en tres episodios, el Imperio se encuentra ante la tentadora perspectiva de realizar costosas producciones factibles gracias a las nuevas técnicas digitales y económicamente rentables. Así estará entretenido durante una temporada, realizando sus inversiones y desviviéndose por recuperarlas incrementadas, con lo que las fuerzas rebeldes podrán reagruparse y preparar la estrategia para el inevitable próximo encuentro.

Es del dominio público que 'Star Wars' se cierra en esta película. Según parece ya no habrán más episodios de esta simbólica saga y la tercera trilogía dormirá el sueño de los justos sin haber tenido ocasión de haber pecado en vida.

Ahora que la segunda travesía de Lucas ha llegado a puerto cabe plantearse si tras un período de descanso, el rebelde Lucas Skywalker empuñará nuevamente la espada láser y arremeterá contra la fuente de poder del Imperio: la distribución cinematográfica. ¿Le quedan fuerzas a George Lucas para encauzar la distribución digital de películas?. ¿Lo hará él en persona o ha estado instruyendo en este tiempo al aprendiz que continuará la labor?. El reto es arriesgado pero tentador y, ¡qué caramba!, remunerador. La distribución digital se plantea como el arma definitiva contra el Imperio y contra los piratas, los dos enemigos declarados de la creación artística. Como toda arma mágica puede caer en manos del otro bando que tampoco se duerme en los laureles, tal como pasó en su momento con la carrera por la consecución de la bomba atómica. La consiga quien la consiga no dejará de ser como la quimioterapia en un tratamiento cancerígeno: arrasará con lo dañado y también con lo sano. ¿Qué efectos tendrá sobre mi cine preferido?. El tiempo dirá. Por lo pronto, las distribuidoras aprietan el limón todo lo que pueden.

Un saludo desde el teclado.

Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith

Especiales

George Lucas: El rebelde Skywalker contra el Imperio en VI episodios

de 'El bosque' a 'Munich'

 

Hola, aloh.

El jefe de mi taquillera favorita me comentó resignado cómo esta semana no iba a poder participar en el circuito de estreno de una de las películas más deseadas por todo exhibidor que tenga una taquilla que mantener. La población del aéreo pueblecito costero en donde se encuentra mi cine preferido no responde a las exigencias que la distribuidora plantea a la hora de conceder tal objeto de deseo, a saber en tres trazos: estrenar en jueves (esto aún se podría hacer), mantener el programa durante, al menos, tres semanas (aquí ya empieza a torcerse el plan pues tres semanas con la misma programación puede conducir al desierto de asistencia una vez pasada la novedad del estreno: el resultado del duelo galaxia/playa es bien previsible) y, gran órdago, mantener el programa todos los días de la semana (este envite no puede ser visto por mucho espíritu de jugador de póker que tenga el jefe ya que entre semana la peña residente no está para ir al cine y suponer que el público mínimo para cubrir gastos va a venir de otras poblaciones del entorno es, sencillamente, tal como se dice por estor lares, 'soñar tortillas').

Por mi parte llevo unos días retenido a causa de una tendinitis que ella sabrá cómo ha llegado a ubicarse en mi pie izquierdo. Curiosamente, un primo mío hace unos días que también tiene la 'pata chula' pero su caso es distinto ya que le proviene de una pequeña fisura, de misteriosa gestación, en uno de los huesos del empeine del pie, que en su día le brindó una aparatosa inflamación y, de regalo por las molestias, un mes de baja. Por mi parte, sufro en silencio ya que no me puedo permitir estar un mes de baja y, además, tan mal caríz está tomando la cuestión que he tenido que renunciar al deporte matutino, al frontón de los sábados y a la promocionada cursa popular que tendrá lugar el próximo domingo. A paso de tortuga, pues la molestia en el tendón no me permite caminar con normalidad, y apurando marchas en el coche, pues cada vez que piso el embrague veo parte de las estrellas de la vía láctea y otras galaxias, me dirigí hacia las multisalas de un centro comercial de la capital para ver, en rigurosa fecha de estreno y en horario laboral, 'Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith', de George Lucas.

Siendo una historia predecible, sólo algún despistado entre el público puede sorprenderse por un desenlace rubricado y conocido desde 1977, y una historia nada innovadora, la tragedia de un amor desaforado e imposible que indaga el lado más oscuro del corazón de un protagonista con un lóbrego 'otro yo' que acaba siendo víctima de una nefasta y articulada triangulación: el amor arrebatado, la presuntuosidad juvenil y la ambición desmedida; mantiene el pulso firme de la mano de un George Lucas que lleva a todo el mundo, protagonistas y público, de viaje por una monumental y detallista obra de entretenimiento capaz de convertir 150 minutos en un ¡Ay! propiciado por el hecho de estar demasiado tiempo sentado en la misma postura, casi pegado al asiento sin ocasión para moverse, observando la orquestación dispuesta para ambientar las diversas variantes de duelo que se van sucediendo durante la proyección, destacando entre otras: el constante duelo interior de Anakin contra sí mismo, el premonitorio duelo generacional entre Anakin y el conde Dooku, el duelo emocional entre Anakin y Amidala, el duelo jerárquico entre Anakin y los Jedi, el espectacular duelo a 1+4 espadas láser entre Obi-Wan y el, parte androide parte orgánico, general Grievous (alias 'el asesino de Jedis'), el nada democrático duelo, en pleno senado y a escaño limpio, entre el maestro Yoda y el oscuro Darth Sidious, el tentador duelo dialéctico entre Anakin y el sibilino canciller Palpatine para terminar con el desesperado duelo en las entrañas de un volcán de fundidos sentimientos encontrados entre Anakin y Obi-Wan, el alumno que se rebela contra el maestro ya que no puede hacerlo contra el padre. Lucas se sabe mejor creador de conceptos que guionista, por ello utiliza las imágenes para allanar los altibajos y rellenar los resquicios de guión y, de paso, evidenciar la necesidad de ver la película en pantalla grande, única manera de poder saborear, por ejemplo entre otras muchas escenas, la brillante concepción de la lucha en el oscuro mar de lava fundida mientras maestro y alumno trepan por la torre metálica que poco a poco se va derritiendo a causa del calor.

Se presentía y se constata, sin que por ello sea necesario encumbrar al autor ya que tampoco es ninguna novedad: la historia vestida de ciencia-ficción futurista inspirada en la mitología más clásica acaba resultando una historia terrenal y contemporánea. Lo que comenzó con el rótulo de 'Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana' concluye próxima en el tiempo y cercana en el espacio. Según palabras de George Lucas: "Escribí la historia pensando en Nixon, durante Vietnam. Me llama mucho la atención cómo terminan las democracias y la gente acepta a un dictador. La escribí pensando en Julio César, Napoleón y Hitler". Por poco si el círculo se cierra pillando a un tocayo.

Mediaron trece años entre 'Retorno del Jedi' y 'La amanaza fantasma'. Puede que no haya que esperar tantos años para que empezemos a conocer un poco más sobre la gran incógnita que queda por resolver: ¿quién es el padre de Anakin Skywalker?. Tal como he leído en prensa: ¿tiene padre o es fruto de la Fuerza?. La pregunta tiene su miga.

Un saludo desde el teclado.

viernes, mayo 06, 2005

El reino de los cielos

Especial

de 'El bosque' a 'Munich'

 

Hola, hola.

Nuevo viernes de estreno en mi cine preferido, pasado y olvidado el nefasto estado de emergencia al que se vió sometido la semana anterior. Mi taquillera favorita estaba más animada ante la perspectiva de participar en el estreno de una magna producción cinematográfica rodada en diversos parajes de España y Marruecos. El vestíbulo de entrada del local, por su parte, invitaba a curiosear los diversos carteles de promoción y, lejos del amorfo cielo rojizo de la última semana, ofrecía un agradable y tenue hálito azulado que parecía desprenderse de 'El reino de los cielos', de Ridley Scott.

Hace setenta años, en 1935, Cecil B. de Mille filmó una superproducción histórica titulada 'Las cruzadas'. De Mille justificaba sus majestuosas producciones aduciendo que era una tontería desaprovechar cerca de dos mil años de publicidad gratuita y efectiva. En particular, respecto de 'Las cruzadas' comenta en su autobiografía que su propósito consistía en "demostrar que los sarracenos no eran bárbaros, sino un pueblo muy culto, y su jefe, Saladino, un caballero tan perfecto y gentil como cualquiera de la cristiandad".

'El reino de los cielos' acaba donde empieza 'Las cruzadas', con Ricardo Corazón de León camino de Tierra Santa dispuesto a recuperar la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, antes de completar los 145 minutos de duración, 'El reino de los cielos' cuenta el recorrido iniciático que lleva a un joven herrero francés, hijo bastardo de un caballero cruzado, hasta la ciudad de Jerusalén en busca de su redención personal para acabar siendo testigo presencial de cómo el fanatismo y la ambición política quiebran la equidad establecida en el reino de Jerusalén y desencadenan una guerra, llamada santa, en la que se verá personalmente implicado.

Sobre el papel y a imagen vista, Ridley Scott es el director idóneo para esta película: diestro recreador de ambientes visualmente precisos y preciosos, su protagonista es un personaje ordinario pero virtuoso que sale a flote de las dificultades revelándose próximo a la idea de héroe y, no por último menos importante, porque aporta soluciones elegantes y simples cuando lo fácil hubiera sido complicar la producción. Y así es, no merece la pena entrar a enumerar las innumerables escenas en las que se nota su sello aunque, por contraponer algo negativo, la ralentización de la imagen en ciertas escenas de acción no conduce al clímax dramático sino más bien a la ruptura del ritmo de la acción.

La epopeya histórica se ha convertido, a rebufo de los efectos digitales, en uno de los géneros preferidos por Hollywood. Lo normal en estas epopeyas digitales es que más allá de la pantalla tan sólo se encuentren los tres canales de sonido. Scott siempre se ha involucrado en la producción, casi como si el dinero que se gasta fuera suyo, y ha aprovechado para incluir su punto de vista más allá de lo que es la mera ubicación de la cámara. Unas veces ha sintonizado con la audiencia y otras no, pero esto el tahúr profesional lo sabe y lo asume como gajes del oficio. Como público, no nos demos a engaño pensando que la historia se aprende viendo una película. Jugando con la anterior premisa, el guionista William Monaham ha servido una trama que bebiendo en los hechos históricos se moldea en manos del director como una épica metáfora, contemporánea, por no decir de hoy mismo, de cómo el fanatismo y la ambición política son el foco originario de las guerras. Que la producción sea del 2005, que la acción se ubique en Jerusalén y que sea de cruzados contra musulmanes son, por supuesto, meras coincidencias.

Confieso que la he visto dos veces. Mi taquillera favorita se sorprendió cuando aparecí nuevamente el sábado por la taquilla. Ella con una vez tuvo bastante, no sé si me explico, pero por mi parte un segundo visionado me permitió completar y encajar piezas de la trama, matices importantes pero no vitales, que se me habían escapado el día antes de modo que la segunda vez me gustó aún más que la primera (también he de confesar que tengo una cierta propensión hacia el estilo de Ridley Scott).

Un saludo desde esta tierra de sueños y esperanzas, antesala del reino de los cielos.

 

Ridley Scott: El duelista gladiador por episodios

Cuando en 1992 Ridley Scott se encargó de poner imágenes a lo acontecido en '1492: La conquista del Paraíso' comentó: "Mi oficio -dijo- es ilustrar mundos. Yo no invento nada, sólo retrato las cosas a mi manera". Consecuente con sus palabras, ha mantenido su filosofía de trabajo a lo largo de una trayectoria cinematográfica que, además, le reafirma como perfeccionista impenitente, obsesionado por la luz y capaz de completar proyectos ambiciosos en ideas pero ajustados en presupuesto. Ha sabido siempre rodearse de espléndidos diseñadores, dibujantes, guionistas y ayudantes en los que ha podido delegar con total confianza las facetas de la producción que le impedían concentrarse en lo suyo: luz, cámara y acción.

'Los duelistas' (1977) fue la primera incursión de Ridley Scott en el largometraje. Significativo título, en consonancia con su espíritu de aceptar desafíos, que le sirvió de tarjeta de presentación para que le fuera ofrecida la dirección de 'Alien, el 8º pasajero' (1979), inolvidable e impactante producción en la que sentó las bases de su estilo de trabajo: hay escenas que se resuelven montando un decorado y escenas que se resuelven utilizando una cámara de video-aficionado. Cual tahúr profesional en racha, su siguiente película 'Blade Runner' (1982) se hizo un merecido hueco en las películas de culto. Con suerte variada se ha mantenido en la palestra cinematográfica hasta que los vientos de la producción digital le trajeron 'Gladiator' (2000) en donde nuevamente volvió a sentar precedente (y de paso cinco premios Oscar, incluido el de mejor película) en el descalabrado entorno de los efectos visuales digitales. Por entonces George Lucas había comentado que la limitación en la creación cinematográfica estaba en el director no en los medios. Se ve que DreamWorks SKG y Universal Pictures recogieron el guante que lanzaba Lucas y buscaron a un duelista profesional capaz de batirse en tamaña lid: Ridley Scott se apuntó junto con su productora Scott Free Productions. En cinco años la producción digital ha avanzado y ha conseguido una cierta periodicidad en los estrenos si bien la tendencia es a la recreación de historias épicas, de caballo y espada (tal como fue 'Gladiator'), peaje marcado por la novedad tecnológica y por los buenos resultados de 'El señor de los anillos'.

En este año 2005 se cierra el círculo de Star Wars (19 de Mayo es la fecha para el estreno del Episodio III) y como si estuviera ligado al destino de la saga galáctica también se cierra el círculo sobre Ridley Scott: triunfó a lo grande con una de romanos meses después de haberse estrenado el Episodio I y ahora vuelve con una de cruzados y musulmanes días antes del Episodio III.