Lo que no se usa se atrofia, ergo las buenas costumbres deben mantenerse. El jefe parece haber estado en uno de esos cursillos de "ESADE" (*1*), masters del universo ejecutivo-directivo, en los que embuten los pasos maestros de la yenka económica que se tercie (izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás y un-dos-tres), y se ha descolgado con un calendario de estrenos dirigido a derretir los hábitos de quienes no vienen al cine porque, alegan, "van atrasados" (*2*). Estratega nato (el empresario nace y se hace...), táctico empírico (...a fuerza de golpes), el jefe ha sincronizado con la vía láctea de los circuitos de primer pase.
Viernes, estreno, ¡presente!. Mi taquillera favorita, ¡presente!. Este cronista y su pertinaz bocadillo de jamón (hay que celebrar que he superado el período de tres meses de prueba), ¡presentes!. El jefe, ¡siempre presente!. El portero con sus expresiones "¿Todo bien?, ¿todo bien?" y "Somos los mejores", ¡presente!. El personal de mi cine preferido, ¡presentes todos!. El público, ¡está en ello!. ¿Cómo que "está en ello"?. Pues que se va presentando. Bien, pues que siga. Sigamos. La película, Ice Age 2: El deshielo, de Carlos Saldanha, ¡presente!. Y siendo así que estamos todos y va siendo la hora de inicio, me subo para el anfiteatro no sin antes haber departido con mi taquillera favorita lo que las circunstancias y disponibilad permiten, que el jardín de las buenas costumbres debe regarse y cuidarse periodica y cariñosamente: una y otra vez (las que fuesen menester) que canta ese joven de apellido, más que de edad, enchufada guitarra en bandolera y sugerida brizna de heno bailando entre los dientes.
Mientras subo las escaleras que me conducen hacia nuestro sitio habitual de visionado, aprovecho para esbozar una reflexión: ¡Vaya acuerdo han tenido con el título!, una mezcla de inglés y español que quizá busca la originalidad ocurrente de fomentar el aprendizaje de la lengua inglesa o puede que sea un intento de acercar al público al concepto de 'en versión original' pero, en ambos supuestos, el resultado raya la 'fantasmada' porque, por un lado, el inglés en la academia, el espectáculo en el cine y el texto, si no es el original, en una de las lenguas oficiales y, por el otro, un cartel a medias no hace media dado que la película está doblada. Y ahora la gran pregunta, ¿el 2 está en inglés o en español?. ¿Cómo se titula, finalmente, la película?...
Ais Eis Tú: El deshielo
Ais Eis Dos: El deshielo
Este tufillo distintivo-cultural que el título local se gasta... apesta.
Ha empezado la sesión y Scrat, la desventurada ardilla prehistórica de grandes dientes, me saca de mi ensimismamiento y me devuelve al divertido espectáculo de avatares acontecidos en la edad del hielo. Tan lejos pero tan cerca.
Derroche animado en pantalla. Los pelos de los animales cobran vida mecidos por los movimientos y los elementos. Los ojos expresivos, el aspecto conjuntado. El agua, elemento difícil de animar, fluye y se contonea como si fuese lo más natural del momento. Los fondos cumplen su cometido arropando a los personajes sin desviar la atención de espectador de la acción animada principal.
La trama cumple pero se convierte en un elemento argumental cuadrúpedo pues no consigue erguirse para caminar equilibradamente. La continuidad de tiempo y espacio entre escenas se toma sus licencias, no sabría decir si por razones artísticas (para diferenciarse), económicas (simplicidad es economía), estructurales (concentrados en la animación se han descuidado los elementos de continuidad) o argumentales (sencillamente, se ha hecho lo que decía el guión).
La animación masajea la vista y los tres personajes zarigüeya, dos auténticos y uno mastodónticamente sugestionado, animan la velada con sus correrías desenfrenadas. Los tres personajes principales, el mamut, el perezoso y el tigre, pagan el precio de tener que seguir el guión pero mantienen con dignidad su interpretación. Se confirma que el hábitat natural de los personajes es el desenfreno del dibujo animado más que la seriedad de hacer un papel.
Scrat, la recalcitrante ardilla prehistórica, brilla con luz propia, cegando al espectador asistente, sea grande o peque, con sus andanzas en pos de la huidiza bellota. Sus escenas, estratégicamente repartidas al comienzo, mitad y final, tienen consistencia, hilaridad y, además, la suficiente entidad propia como para sustentar el resto de película. Un caso visible de simbiosis: las andanzas de la peña ambientan la abnegada búsqueda de la ardillita y las escenas del tozudo animalito, al animar al espectador, inyectan vitalidad en el devenir de los personajes con diálogo.
Al año de 'Robots', Carlos Saldanha ha vuelto con otra cuidada y detallista película digital en la que, nuevamente, prima la forma sobre el fondo, la animación sobre la argumentación pero que deja un festivo y animado regustillo visual que, siendo Ice Age del año 2002, incita a pensar: ¿habremos de esperar otros cuatro años para ver de nuevo a la ardillita en acción?.
"He visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de combate en llamas más allá del límite de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Estas frases, sacadas de 'Blade Runner' (1982, Ridley Scott), rigen más allá del declamante Nexus 6 que las invoca, paloma en mano bajo la lluvia ante el obligado testigo para el recuerdo, mientras su tiempo terrenal se agota. ¿Qué nos podría decir un director de cine, por ejemplo?. Que ha visto cosas que no creeríamos... (ahora se lleva el 'Así se hizo...' y no deja de ser la punta del iceberg), las encendidas discusiones con los productores (no sólo más allá de Orion Pictures (*1*), más acá, también), los focos brillando en la noche de la entrega de los Oscar, o los Goya, cerca de la puerta de entrada al Teatro De Turno) y que todos esos momentos se diluyen en el tiempo cuando llega de la hora de partir. Aquí estriba, para un autor, la importancia, el valor de su obra: queda para la posteridad y así esos momentos no se pierden, no se diluyen, no desaparecen...
No hay que ser un Replicante Nexus 6 (*2*), ni un director de cine, para haber visto cosas increíbles, vivido momentos duros y experimentado momentos emotivos... pasa con sólo abrir los ojos, a cualquiera, en el campo o en la ciudad. ¿Qué ocurre, entonces, si no podemos dejar una obra?. ¿Se pierden, entonces?. "La Obra" es de pocos pero en mano de todos está el recuerdo que, consciente o inconscientemente, dejamos en los demás. Por eso, todos intentamos dejar huella, llamar la atención, que se fijen en nosotros... incluso, hay quienes, en un extremo llevado, consiguen que nos acordemos de su adjetivada familia ya ida.
El recuerdo se forja con el tiempo y permite que los momentos significativos, normalmente los buenos pues los malos acostumbran a olvidarse, perduren, se mantengan. Sin embargo, para ello es necesario refrescar la memoria, visual o emotiva, con imágenes propias o ajenas. Así es 'Volver', de Pedro Almodóvar, un recuerdo cariñoso a mujeres que ha conocido, una cuidada puesta en escena de cosas que ha visto, si bien pueden resultar increíbles, un viaje emotivo hacia momentos, personas y costumbres en un cinematográfico intento de postergar su dilución en el tiempo, como lágrimas en la lluvia porque, como dice la canción, "sólo viaja quien regresa y se va quien yo olvido" (*3*); ergo, 'Volver' para no olvidar.
Días antes de ir a ver la película dos mujeres comentaban, de oídas porque tampoco la habían visto: "Según parece, la Penélope lleva un relleno en el culo". El marujeo está en el aire.
"Acabo de llegar de ver la peli y la verdad es que me ha decepcionado mucho. Bastante floja y totalmente previsible"; leo en internet (he reproducido íntegro todo el texto), en una página que recoge comentarios de aquellos navegantes que se animan a poner los dedos sobre el teclado. Discrepancias de opinión al margen, me llama la atención que un escrito tan breve aún tenga elementos superfluos.
Marujeo y opiniones variadas sobre un guión conductor de historias imbricadas (¡incluye una peluquera rusa!) decoran el viaje regresivo de quien, estando de vuelta, no queriendo el regreso vuelve a la esencia del primer amor.
Volver tiene muchas connotaciones, desde tango sentido a verbo de múltiples acepciones,
y 'Volver' se ajusta a unas cuantas...
1. Dar vuelta o vueltas a algo. Fantasmas y recuerdos. Mentiras y medias verdades. Removido, no agitado.
2. Corresponder, pagar, retribuir. Madre, tía y una selecta representación de mujeres que han aportado vivencias, son correspondidas.
3. Dirigir, encaminar algo a otra cosa, material o inmaterialmente.
En nuestra modernidad, al encender la tele se apaga la dignidad. El programa telebasura 'Dónde quiera que estés' ofrece a la deshauciada de los médicos un viaje a Houston ('porque allí arreglan estas cosas', comenta luego en un intento de entender ella misma cómo estuvo para aceptar la proposición --y eso que su hermana era la directora del programa-- ) para que se exponga al sin-hueso bisturí público de los matarifes de la víscera, también llamados periodistas del corazón.
6. Poner o constituir nuevamente a alguien o algo en el estado que antes tenía. Penélope Cruz y Carmen Maura constituyen los pilares. Pero, no se quedan atrás Chus Lampreave (dice estar fatal de los remos pero navega a toda vela), Lola Dueñas (magnífica ingenua), Blanca Portillo (ilustra la dignidad y lleva como nadie las medias medias de lycra), por señalar algunas de las actrices de un conjunto en estado sencillamente inspirado.
10. Rehacer una prenda de vestir de modo que el revés de la tela o paño quede al exterior como derecho. Hay fantasmas vivos y vivos fantasmas.
13. Entregar lo que excede al recibir un pago, por haber sido hecho este en moneda mayor que su importe. Es de bien nacidos ser agradecidos.
16. Dar la segunda reja a la tierra, especialmente cuando esta se ara después de sembrada, para cubrir el grano . La responsabilidad, en el pueblo, hace volver pero esta vez en la casa de enfrente.
19. Resolver, mezclar. Varias generaciones se mezclan en la resolución de una situación que parece una maldición. Lo que pasó está a punto de volver a pasar.
21. Anudar el hilo de la historia o discurso que se había interrumpido con alguna digresión, haciendo llamada a la atención. El inicio en el cementerio, viento de solano zigzagueando entre las lápidas mientras las letras rojas de los créditos nos remiten a las películas de terror en 3D que se hacían antes, marca la piedra sobre la que se volverá haciendo llamada de atención.
23. Repetir o reiterar lo que antes se ha hecho. Una película de Almodóvar pero que esta vez, se palpa sobre todo en las escenas en el pueblo, hecha para honra y reconocimiento de personas y no para reconocimiento del director.
26. Inclinar el cuerpo o el rostro en señal de dirigir la plática o conversación a determinadas personas. La escena del velatorio (la fugaz apertura y cierre de la puerta de la habitación de los hombres, camisas blancas y corbatas negras, da paso a la toma cenital de la entrada, zumbido de oraciones en el aire, en la abarrotada sala de las mujeres) es, simplemente, magistral. Una vuelta a la sencillez que sólo se puede conseguir con personas autóctonas en su ambiente cotidiano. La película se dispara en naturalidad y los lugareños tienen su momento de cine. Es tal la sensación que produce que un amigo me comentó que él, en esa escena, había llegado a percibir el olor a queso que acostumbra a acompañar los velatorios en su tierra.
27. Girar la cabeza, el torso, o todo el cuerpo, para mirar lo que estaba a la espalda. Para no olvidar a quienes van quedándose atrás, orígenes incluidos.
Terminada la película, oscurecida la pantalla, encaminado hacia la salida de la sala, no pude por menos que dejarme ir hacia el joven empleado de las multisalas que esperaba vigilante, dejado sobre el respaldo de una butaca, a que los asistentes despejáramos. Tras el saludo protocolario procedí a exponerle, en el mejor tono de voz que pude, serio pero no enfadado, que toda la proyección se había realizado con un punto de desenfoque. Me comentó que había entrado cuando las letras de final y que no había percibido desenfoque. Ya entrados en diálogo, le argumenté que, además de las letras, en algunas escenas se había hecho leve y molestamente perceptible, en concreto en la escena en que madre e hija están sentadas de noche en el banco de la calle, recortadas contra el inmenso 'graffiti' azulado, a juego con la rebeca que lleva la madre, que ocupa toda la pared que hay tras ellas. Como respuesta me dijo que no había visto aún la película, (a 8 días transcurridos del estreno), y que no podía situar la escena que le decía. Insistí en que pusiera en conocimiento de los proyeccionistas la cuestión del enfoque porque toda la película desenfocada, una vez que te percibes, acaba siendo molesto. Llegados aquí, me ofreció las hojas de reclamación; no sé si porque lo que le estaba comentando no entraba en sus atribuciones (mi contrato no dice que...), o no le estaba permitido dirigirse a los proyeccionistas (un empleado de sala no debe...) o porque fuese la manera de que quedara constancia del hecho circunstancial acaecido (no se atenderán las reclamaciones que no se formulen por escrito...). Habiendo trabajado durante años en un cine, me empezaba a resultar enervante que hubiera que dedicar tanto diálogo, y hasta reclamación, para un hecho que con un comentario a empleado responsable se subsana para la siguiente y venideras sesiones. No quise, pues, extenderme más, denegué las hojas, insistí en que si no a la cabina sí se lo comentara al encargado y dimos por terminada la conversación. Mientras me dirigía hacia la salida desembocante en el centro comercial, no pude por menos que pensar que ciertas cosas no se deberían ir y que a ciertas salas mejor sería no volver.
Un saludo desde el teclado.
miércoles, marzo 22, 2006
La guerra de los mundos: de 'El bosque' a 'Munich'
Hola, aloh.
Algo se ha movido en Hollywood durante el año 2005. La industria de los sueños, bien al amparo de la tecnología digital, bien a la sombra de un frondoso bosque, ha ofrecido algunas películas en las que se aprecia, segunda lectura aplicada, un cine ideológico, generalista y un ápice crítico, camuflado de espectáculo recaudatorio que aflora con motivo de las tensiones que directa o indirectamente se habían venido produciendo en torno a la guerra de Irak y, sobre todo, ante la celebración de las elecciones presidenciales. La fecha del estreno tiene su importancia.
Un año antes, con la agilidad del felino, con la rapidez del independiente y con la sencillez de quien no está subido al expreso digital, el primero de todos fue un joven pero mordaz director que supo presentar una denuncia de la política de miedo en el cuerpo aplicada por el gobierno.
Con la primavera de 2005 llega el grueso del pelotón: un trío de directores 'con el colmillo revuelto' (que peinan canas en el mundo cinematográfico) y que, curiosamente, tienen en su haber películas relacionadas con el, aparentemente, vacío e inconmensurable espacio exterior. Tres películas, tres directores de reconocida trayectoria, tres puntos de vista diferentes sobre una misma candente situación. Imágenes, efectos y diálogos conforman un trípode que permite estabilizar, y nivelar, la cámara en el movedizo expreso digital a la hora de obtener una foto fija estable de una realidad en constante cambio y globalmente relacionada, desde el petróleo hasta la arquitectura, desde la aeronáutica hasta la arena del desierto, desde el transporte público hasta el índice Euribor.
Tras la primera andanada, "La Guerra de los Mundos", presentada calentita para la fecha del 4 de Julio, Spielberg se concentró en el rodaje de "Munich" pues la quería, y la tuvo, para el 23 de Diciembre; su particular pavo relleno de Navidad para todas las mesas que habían participado en las votaciones: el pavo está servido, buen provecho y buena digestión.
Se abre la cortina (es cierto, no es ninguna licencia literaria, estuve en una sala que abrió la cortina al pasar de la publicidad, y los avances, a la película).
Aparece, en un majestuoso cinemascope, el reflejo del agua ocupando toda, toda, la pantalla.
Se oye una voz en 'off' que, melosa y reflexiva, se plantea ciertas cuestiones.
Voz y agua fluyen sensuales, poéticas, casi hipnóticas. ("Relájate, déjate llevar, abre tus sentidos..." es el mensaje subliminal que se vierte sobre quien está mirando la pantalla)
Acabada la reflexión empieza la acción (entiéndase por 'acción' la película en sí ya que la escena previa es una de las muchas 'transiciones intercaladas' que jalonan, decoran y dan esplendor al conjunto).
¿Qué película es?. Bueno, al menos, ¿de qué director se trata?.
Lo anterior puede parecer de chiste pero nada más lejos de la realidad: con el precio que tienen las entradas de cine en Barcelona no está el horno como para tomárselo a broma. En serio, con estas pautas, desde la butaca, ya se podría avanzar el nombre del director, Terrence Malick, y, sabiendo que estamos en el año de gracia de 2006, la película no puede ser otra que "El nuevo mundo".
(*3*)
Aurora borealis
The icy sky at night
Paddles cut the water
In a long and hurried flight
From the white man to the fields of green
And the homeland we've never seen.
Aurora Boreal.
Gélido cielo nocturno.
Los remos hienden el agua
en un largo y precipitado vuelo
del hombre blanco a las praderas,
a la tierra que nunca vimos.
Hay un paralelismo palpable entre 'La delgada línea roja' (1998) y 'El nuevo mundo' (2005), iniciado con el planteamiento de la narración (imagen hipnótica y voz reflexiva en 'off'), seguido por el conflicto bélico (dos mundos distintos coincidiendo, luchando, en el mismo paraje) y flanqueado por una alegórica presentación de la difícil relación existente entre el hombre y la naturaleza. 'El mundo nuevo' avanza por el frondoso bosque de la colisión cultural y humanística entre la cultura autóctona, nativa, y la foránea, descubridora. Colonización, pillaje e imposible confraternización complementan la edificante historia de amor de Pocahontas con John Smith. Ya se sabe que el amor es ciego y de esta premisa seguramente partió Terrence Malick al elegir a Colin Farrell para el papel de John Smith; no hay otra explicación posible al hecho de que la alegre y juguetona Pocahontas se enamore de él a simple vista y llegue a exponer su vida para salvarle de la ejecución. ¿Qué vió en él?. ¡Ah, los misterios del amor!. De hecho, por eso se denomina noviazgo al período de enamoramiento previo al casamiento: durante dicho período ninguna de las partes ve, o considera, las componentes negativas de la otra persona (el novio no vió lo que saltaba a la vista y la novia no veía lo que se le iba a venir encima).
(*3*)
They killed us in our tepee
And they cut our women down
They might have left some babies
Cryin' on the ground
But the firesticks and the wagons come
And the night falls on the setting sun.
Nos mataron en nuestros tipis (*1*)
y derribaron a nuestras mujeres.
Puede que dejaran a unos cuantos bebés
llorando en el suelo
pero las varas de fuego y las carretas llegaron
y la noche siguió al ocaso.
Terrence Malick no está por contar la historia de la colonización, ni tan siquiera la historia de Pocahontas; al fin y al cabo la historia es para los historiadores y él tan sólo hace una película, pero no una película al uso sino SU película: se pasa por el forro la continuidad de la secuencia (en un plano el actor lleva briznas de hierba en la espalda y en el plano siguiente la espalda reluce cual patena) y de tiempo (en un plano los expedicionarios casi no caben en la barca, en el plano siguiente la barca ha desaparecido y la mitad de los expedicionarios están en tierra y al siguiente sólo queda uno; el espectador ha de concluir que ha pasado no se sabe cuanto tiempo y que la expedición ha sido diezmada), rompe la narración intercalando reflexiones en 'off' que acompañan a la imagen sin sonido, como si estuviésemos sufriendo unas fiebres cinematográficas, o escenas de naturaleza viva en el más puro estilo macro-documental, la cámara adopta posiciones insospechadas pero emotivamente acertadas y visualmente bellas. No habrá tenido problemas con el guionista dado que el guión es suyo pero en cambio ya me gustaría saber cómo ha conseguido engatusar a los productores para que le financien una película de época que, por temática y por tratamiento, no entra en la vía del cine comercial que ahora circula; tal como confirmaban ciertos comentarios que se oían en la sala durante la proyección.
(*3*)
They massacred the buffalo
Kitty corner from the bank
The taxis run across my feet
And my eyes have turned to blanks
In my little box at the top of the stairs
With my Indian rug and a pipe to share.
Exterminaron los búfalos
pasada la esquina del banco.
Los taxis me pisan los pies
y mi mirada se posa sobre
la cajita del altillo de la escalera
conteniendo mi manta india y una pipa.
Al igual que ocurre con el cuadro de Dalí 'Gala mirando el Mediterráneo. (Abraham Lincoln)', la distancia del espectador respecto a lo que está observando le permitirá ver, apreciar, deleitarse con, una segunda lectura. Pocahontas aparece como la hija de la tierra, de la madre Naturaleza, a la que vuelve después de haber visto el viejo mundo: un anciano millonario que no repara en gastos, medios y vidas, para conseguir la transfusión de sangre nueva que le mantenga en activo y que no está por la prédica de que las cosas hechas con cariño conducen a un mundo mejor para todos.
(*3*)
I wish a was a trapper
I would give thousand pelts
To sleep with Pocahontas
And find out how she felt
In the mornin' on the fields of green
In the homeland we've never seen.
Si hubiese sido trampero
habría dado mil pieles
por dormir con Pocahontas
y experimentar lo que sentía
durante el amanecer en las praderas,
en la tierra que nunca vimos.
'El nuevo mundo' ofrece un visual viaje en el tiempo al instante del nacimiento de lo que luego sería llamada la tierra de las oportunidades y de las libertades (promocionante declaración arraigada en reservas y campos de algodón), dándonos pie a imaginar cómo hubiera sido la tierra que nunca vimos y, según va todo, cómo será la tierra que no veremos.
Iba rumiando este caramelo mental cuando al llegar al aparcamiento, Parc Vallés (Terrassa), me percaté de que me habían volado la antena del coche (posiblemente otro mundano con un vehículo como el mío porque sino no me explico para qué querría la antena ahora que el carnaval ha pasado). Si ya es difícil ser artista en estos tiempos, más difícil es mantener la calma ante el comportamiento oportunista de ciertos congéneres.
(*3*)
And maybe Marlon Brando
Will be there by the fire
We'll sit and talk of Hollywood
And the good things there for hire
And the Astrodome and the first tepee
Marlon Brando, Pocahontas and me
Marlon Brando, Pocahontas and me
Pocahontas.
Y puede que nos encontremos
a Marlon Brando junto al fuego.
Nos sentaremos y hablaremos de Hollywood
y de lo bueno que tienen en alquiler,
el Astrodome (*2*) y el primer tipi.
Marlon Brando, Pocahontas y yo.
Marlon Brando, Pocahontas y yo.
Pocahontas.
"El nuevo mundo" es una visual y sugerente obra de abstracción romántico-ecologista, con algunas de las imágenes más bellas, sugerentes y emocionantes que haya visto en los últimos años, mientras juega la baza de insinuar segundas lecturas por contraste (entre lo que se ve y lo que se sugiere), por comparación (las praderas del nuevo mundo y los setos de los jardines del palacio inglés), por asociación de ideas (la elección de la historia de Pocahontas despierta reminiscencias críticas, quienes defienden el progreso y quienes cuestionan el precio que por él se paga: tras el avance civilizador quedan las reservas indias --reservistas en su propia tierra--, el exterminio de especies --búfalo-- y la degradación del medio ambiente --la urbanización de la pradera-- ) y utilizar un humor veladamente agridulce que precisa la colaboración del espectador, tanto para captarlo como para desvelar su intención (durante la travesía hacia Inglaterra, Pocahontas se encuentra en cubierta con uno de su tribu y le pregunta por la caña que lleva colgada al cuello. "El jefe me ha dicho que haga una muesca por cada inglés que allí vea", contesta muy serio. Si nos acordamos de esta escena en la cubierta, luego, cuando veamos la llegada al puerto del barco nos podremos hacer una idea del choque que sufrirá el indio cuando vea tanta gente, ni dará abasto a marcar muescas ni tendrá caña suficiente para tantas, y de paso las imágenes señalan que la colonización fue fruto de parias).
Cierto que dispone de una estructura arbitraria, que sus cambios de ritmo son constantes y sus diálogos parcos pero todo ello, arropado por una imagen magistral, no hace más que aumentar su extraño poder de seducción, resultando una especie de abducción cinematográfica.
Al igual que ciertas obras de arte sólo deben verse en museos o salas de exposición, ciertas películas, y ésta es una, sólo debieran verse, sobre todo la primera vez, en cines.
Llegamos al final de la hilera de carteles expuestos sin encontrar en ella la película que queríamos ver.
Utilizando la moderna tecnología telefónica habíamos concertado un encuentro en el estratégico enclave del CC-La Maquinista (nos pilla equidistante, el parking es gratuito, se puede pasear al aire libre aún siendo un feudo comercial y las salas de cine mantienen una digna relación espacio-proyección: son mucho más grandes que el comedor de casa, la proyección parece estar realizada con medios adecuados y el personal de cabina entiende que la película no ha acabado cuando salen las letras del final). Llegados aquí y aparcados los coches, todo un logro en un sábado a las 19:15, nos encontramos con que la película elegida no estaba en cartel.
Calma. Puede que se trate de un efecto óptico transitorio.
Tras un segundo concienzudo barrido exploratorio, llegamos al final de la hilera de carteles expuestos sin encontrar en ella la película que habíamos venido a ver.
Confirmado, nos encontramos ante una conocida pifia logística: los óptimos locales (película y cine) no siempre garantizan óptimos globales (la película no la daban en el cine).
Calma, no cunda el pánico. Siempre va bien refrescar lo sabido; así se lucha contra el olvido.
En vista de la cartelera disponible, aplicamos el plan B: "Syriana", de Stephen Gaghan. Ni retrocedemos, ni nos rendimos.
Al entrar en la sala, somos obsequiados con un cuestionario resultón: una hoja de papel con preguntas que sirve de soporte a un lápiz. La suerte del cuestionario es variada entre los congéneres comepalomitas beberefrescos. Por el bien general, y de la estadística en particular, sería conveniente que en la próxima mutación la especie humana dispusiera de, al menos, una mano más.
Ya sentados, le echamos un vistazo al cuestionario. Una cara tiene las preguntas que se han de responder antes de que empiece la película. Menos mal que hemos entrado con tiempo porque las preguntas son de las de letra pequeña: hay que leerlas detenidamente y hay bastantes. Es inevitable el retroceso en el tiempo hasta la época de los exámenes tipo test. Éste permite varias respuestas para una pregunta y, además de anónimo, cualquier respuesta es buena: innegable ventaja estratégica de los cuestionarios sobre los exámenes.
Edad: Entre 20 y 80 años (esta respuesta está alterada expresamente para no exponer públicamente mi edad).
¿Cómo ha sabido de la película?: Por un artículo en prensa.
¿Qué le ha llamado la atención sobre la película?: Me gusta George Clooney (esta respuesta estaba prefijada y era la menos mala de todas las que se ofrecían).
¿Qué le ha llevado a comprar la entrada?: No había otra película interesante en cartel (¡caramba!, esta gente de los cuestionarios sí que sabe).
otras preguntas que no recuerdo (debí quedarme con un ejemplar de los que sufrieron la acción de la fuerza de la gravedad)
Durante la proyección, silencio y atento que hay muchos cabos que atar en la pantalla cinemascope en la que un veterano agente de la CIA, próximo al final de una larga y honorable trayectoria, acaba de perder una bomba en su última misión en Oriente Próximo (*1*). Sin embargo, le prometen un ascenso y un retiro decoroso tras una última misión secreta: asesinar a un joven y reformista príncipe que está poniendo trabas a los intereses norteamericanos.
Después de la proyección:
¿Cómo definiría la película?: Diferente (una de las respuestas era, oh Dios mío, 'inteligente'; una trampa narcisista para quien rellena al cuestionario)
¿Qué actor le ha gustado más?: George Clooney (aparte de ser cierto, aquí no me iban a pillar en contradicción con lo dicho en la otra página 126 minutos antes: nada como ser coherente, esto da credibilidad al cuestionario rellenado)
Describa, con pelos y señales, TRES escenas que recuerde: (este apartado, en rebeldía expresa, lo dejé en blanco: ¿porqué tres?, ¿lo de pelos y señales, el cuestionario lo ponía con otras palabras, es para comprobar si te has dormido o te has equivocado de sala y has acabado viendo otra película?, en aquellos instantes no me acordaba de ninguna escena concreta --esto es más duro para mi que para los mismos creadores de 'Traffic'-- aunque ahora, en la calma del hogar, he recuperado la capacidad de rumiante y puedo extraer bastantes imágenes de mi memoria para volverlas a "visionar")
¿Recomendaría esta película a sus amistades: No necesariamente (o algo así, tanto en la pregunta como en la respuesta; que cada uno elija y decida).
Otras preguntas que no recuerdo. Había, había preguntas en la segunda parte del cuestionario.
¿Compraría Ud. el DVD básico (1DVD) de la película al precio de Xeuros?: No. (A ver, ¡aún no salido del cine!, no recuerdo tres escenas y ya tengo que pensar en el DVD?. No, no compro.)
¿Compraría Ud. el DVD especial (2 DVD) de la película al precio de Yeuros?: No. (Lo dicho, coherencia en las respuestas. Aquí me vino el nombre de Steven Soderbergh, en esta película es uno de los productores ejecutivos, quien recientemente ha simultaneado la edición del DVD y el estreno de su última película).
Tras la proyección y el rellenado del cuestionario han transcurrido unos días de reflexión en los que la memoria se ha recuperado y las ideas se han aclarado.
El título, 'Syriana', hace referencia al nombre utilizado en la política estadounidense para designar un nuevo Oriente Próximo. Robert Baer, autor del libro "See no evil" ('Sin enemigos a la vista', aquí publicado bajo el título de 'Soldado de la CIA') en el que se ha basado el guión de Stephen Gaghan, comentó en una entrevista realizada en Diciembre del 2005 que el título es una metáfora sobre la intervención extranjera en Oriente Próximo, en referencia a los estudios estratégicos realizados tras la Segunda Guerra Mundial para la creación de un estado artificial (como Iraq, creado a partir de elementos que formaron parte del Imperio Otomano) que asegurase a Occidente la continuidad de acceso al crudo.
Se presentan múltiples relaciones 'Padre-Hijo', también de 'Padre-Hijos', que dan pie a introducir los elementos intestinos de las relaciones paterno-filiales, independientes de credo, raza y poder adquisitivo: el joven padre que saca provecho incidental de la muerte accidental de su hijo pequeño (consigue un viaje al emirato, una cantidad económica y un puesto de asesor del príncipe), el anciano padre que con su decisión cree poner fin a la lucha intestina entre los hermanos por la sucesión y que conduce a la sentencia de muerte de uno de ellos, el padre inmigrante que con su descuido acaba dejando al preocupado hijo en los brazos suicidas del fundamentalismo, el padre guadiana sin profesión conocida que aparece un buen día en la puerta de la casa de su hijo para amenizarle la investigación del caso de posible corrupción que tiene asignado o el padre veterano agente de la CIA, próximo al final de una larga y honorable trayectoria, que quiere una vida 'normal' para su hijo universitario.
El petróleo aparece como una adicción, como un oscuro líquido que clarifica la gran dependencia que de él tienen los Estados Unidos y, por extensión simbólica, Occidente. Si un drogadicto, en pleno cuadro de abstinencia, es capaz de matar para conseguir una dosis, un petróleo-dependiente no tiene un comportamiento muy diferente cuando ve peligrar su fuente de suministro.
Los conflictos familiares se entremezclan con los conflictos politico-económicos. Al fin y al cabo la familia es la base de la sociedad y ésta el sustento de la política. Los conflictos, al igual que las compañías telefónicas, siempre sacan tajada de todas las partes, implicadas y derivadas.
Sangre por petróleo. Sangre suya, petróleo nuestro. Esta idea cae desde el cielo y se lanza contra el espectador desde la pantalla. Sangre por petróleo: Estados Unidos mata a los reformistas para asegurarse la continuidad de pensamiento de los dirigentes y garantizarse el caos que le permita seguir controlando el petróleo en el Próximo Oriente.
La narración puede parecer confusa (hay muchos personajes, muchas tramas fragmentadas y cruzadas que el espectador ha de ir hilvanando y componiendo conforme la película va avanzando) pero busca evidenciar cómo hechos y vidas aparentemente incorrelados acaban sumando en la dirección que beneficia a los intereses creados: un misil perdido en una misión secreta acaba suicidamente lanzado contra el petróleo que un obstinado abogado ha conseguido legitimar tras una concienzuda investigación que ha removido los intereses arribistas y ha barrido de la carretera a quien podía reformar su país y a quien quería una vida normal en su país. Una concienzuda argumentación que demuestra que el efecto mariposa no aplica en economía: si un abogado negro abre la puerta de su casa en Nueva York mientras invita a pasar a su padre y un petrolero estalla en llamas en el Golfo Pérsico, no son dos acciones incorreladas fruto de la coincidencia en el tiempo, son la consecuencia de los acontecimientos precedentes; sin embargo, ninguno de los engranajes del mecanismo que ha conducido al desenlace es consciente de su aportación al resultado final. Un hecho no aparecerá en la prensa y el otro sí. Los periódicos se acumulan en el contenedor azul y cada día el chico de la prensa trae otro.
George Clooney, acompañado de sus habituales, se está erigiendo como una de las voces disidentes que más claro y cinemascope expone sus puntos de vista. Viene a colación la afirmación que en su día hizo el guionista y director Tom Stoppard (*3*): "La guerra es el capitalismo tras quitarse el guante". Una afirmación que se reafirma con la actuación del actual presidente norteamericano y a la que 'Syriana' pone imágenes y diálogos: un oscuro negocio torpemente disfrazado de cruzada liberadora en el que pujan y se apuntan toda clase de nombres propios, muchos impronunciables y que se tamizan por la rasera de 'un tal Iván'.
Una película diferente que, a pesar del tratamiento rítmicamente átono del que hace gala visual y del fragmentado hilo narrativo de múltiples vidas cruzadas, no debiera dejar indiferente.
Hola, aloh. Los comentarios y vivencias de un aficionado al cine, y a la música, que no puede ver todas las películas que le gustaría ni asistir a todos los conciertos que quisiera.