sábado, octubre 23, 2004

La sombra de un secuestro

Hola, aloh.
 

Esta semana ha estado en la pantalla de este pueblecito costero, "La sombra de un secuestro", de Pieter Jan Brugge.

La hab��a visto a finales de Agosto, o sea, hace unas 6 semanas, pero me atra��a la idea de revisarla nuevamente. Como repet��a pel��cula opt�� por repetir el combinado de at��n y chocolate en el bocadillo. Adem��s, en esta ocasi��n hab��a "ambientillo" porque mi taquillera favorita es sensible a Robert Redford.

El paso del tiempo act��a con la pel��cula como con el co��ac, le sienta bien. Por mi parte ya estaba curado de sorpresas y me centr�� en saborear lo que iba desarroll��ndose en pantalla. A mi lado, los comentarios eran suculentos: "Pues se conserva bien", "Y ahora, ��c��mo es que salen en el bosque?". Finalmente tuve que poner un poco de orden: "A ver, que ya la he visto y no puedo hacer comentarios porque entonces le fastidio la gracia a la pel��cula. As�� que, sinti��ndolo mucho, no dir�� nada hasta el final."

Es una pel��cula de sobremesa, como si hubi��ramos terminado una buena comida y estuvi��ramos ante la copa de co��ac con un puro consumi��ndose entre nuestros dedos. Es el momento de la digesti��n, sin prisas, tomando de vez en cuando un sorbo de co��ac y observando c��mo las volutas de humo ascienden hacia el techo difumin��ndose conforme se alejan de nuestro lado. De paso, podemos reflexionar un poco sobre el instante que vivimos pero sin ninguna trascendencia filos��fica sino de la manera m��s natural y sencilla.

La sombra de un secuestro es alargada, muy alargada. Es como cuando caminamos con el sol bajo y nuestra sombra se prolonga extendida, m��s all�� de lo que nuestro cuerpo abarcar��a si cayera al suelo, confiri��ndonos el aspecto del "incre��ble hombre de goma", y nos deforma salvajemente cuando alcanza una pared en la que poder trepar para volver nuevamente a estirarse el��sticamente cuando acaba la pared. Al igual que con la sombra ocurre con el tiempo en el caso de un secuestro, est�� el tiempo del cuerpo o acci��n principal y est�� el tiempo de la sombra o acci��n condicionada.

Por mi parte, las conclusiones de final de la pel��cula son:

  1. No hay porqu�� llevar los seguros de las puertas del coche quitados
  2. No hay porqu�� bajar del todo la ventanilla cuando se habla con extra��os
  3. Es conveniente acabar lo que se ha empezado

Un saludo desde el teclado.

sábado, octubre 16, 2004

Collateral

Hola, aloh.
 

Desde mi ��ltima cr��nica he recibido alg��n comentario respecto de la acci��n agresiva sobre el h��gado que producen los elementos chorizo y chocolate, no s�� si por s�� solos o por su conjunci��n digestiva. De cara a reducir riesgos, y en pro de la investigaci��n, esta vez me he decantado por un combinado de at��n y chocolate; que, como viene siendo habitual, degust�� en compa����a y comentarios de mi taquillera favorita mientras en pantalla se desarrollaba "Collateral", de Michael Mann.

Buena compa����a, buena comida y buena, con alg��n "pero" soslayable, pel��cula de entretenimiento. Estamos ante una pel��cula de g��nero, llevada con pulso firme y con alg��n que otro desliz en aras de la espectacularidad.

El inicio ya marca la pauta de lo que va a desarrollarse durante cerca de dos horas. Un taxista prepara su veh��culo para incorporarse al turno de noche en la ciudad de Los ��ngeles. Llegada la hora, los taxis del turno de noche salen del garaje y se incorporan al tr��fico rodado de la ciudad entre claroscuros de luces y sombras.

Dos hombres, un taxi y la noche de Los ��ngeles. Ambos personajes tienen licencia; uno para conducir y el otro para facturar. Ambos personajes son buenos profesionales y les gusta tenerlo todo bajo control, cronometrado. Parecen dispares, uno act��a sin pensar y el otro piensa sin actuar, pero, no est��n muy alejados uno del otro y no precisamente porque vayan en el mismo taxi.

Nuestro taxi lleva, sobre el techo, un r��tulo publicitario iluminado que le confiere un aspecto de escualo que se ve acentuado por las sugerentes tomas cenitales que describen los movimientos del veh��culo por la ciudad. La c��mara a pie de calle otorga al letrero luminoso la funcionalidad de la aleta dorsal de un tibur��n cuando aflora sobre la superficie del agua en las proximidades de la futura presa. Y as�� es, ni m��s ni menos, cada vez que el taxi llega a cada uno de los cinco destinos que el programa de la noche indica. En el mar, la presa la determina el azar; en la ciudad, la presa est�� determinada por el inter��s privado.

La noche se va desarrollando con las discrepancias propias de toda relaci��n casual impuesta por el destino hasta que la planificaci��n es pisoteada por un cami��n. Adi��s programa, hola "sobre la marcha". Llegados aqu��, la pel��cula abandona la conversaci��n y pasa a la acci��n con una actuaci��n en una discoteca que es la viva representaci��n de un ataque de tibur��n sobre su codiciada presa.

Los minutos transcurren sin darse cuenta hasta que la pel��cula toma la recta final. Aqu�� he de decir que la inercia toma el control de la historia y, en mi opini��n, se va de madre en aras de un innecesario segundo cl��max final. Pero, es lo que hay.

El diccionario define colateral como: "Cosa que est�� a uno y otro lado de otra principal". Pues bien, el t��tulo hace honor a la definici��n: las escenas de inicio en el aeropuerto y las finales en el metro son realmente 'colaterales', podr��an suprimirse perfectamente y as�� quedar��a lo principal.

Un saludo desde el teclado.

sábado, octubre 09, 2004

Roma

Hola, aloh.
 

Hoy vamos con Roma, de Adolfo Aristarain.

Un artista, aparte de ser un incomprendido, tiene un marcado talante egoísta: siempre dispuesto a recibir y reacio a dar. La diferencia con cualquier otro tipo de egoísta es que el artista, en un momento dado, devuelve a los que le rodean los frutos de lo que ha recolectado de unos y otros. Esto no es agradecimiento, es, simplemente, la obra del artista. En este caso concreto, el artista es un escritor y, por extensión, el director de la película.

Roma es el nombre de la madre del protagonista, un escritor argentino afincado en Madrid. Con mirada retrospectiva, el escritor recorre en papel los pasos que le llevaron desde su niñez hasta su despegue en el mundo editorial. Este camino escrito lo percibimos en imágenes y, sobre todo, en diálogos y conversaciones.

Roma, la madre, es el núcleo sobre el que giran los acontecimientos. Las escenas con Roma son los pilares sobre los que se construye el puente sobre el río de la vida del protagonista y, sin duda, las traviesas sobre las que discurre la película.

Mirando hacia atrás, Roma se lee Amor. "Amor de madre" se tatúan algunos, otros hacen una película.

Roma es una película sobre el artista, sus circunstancias y sus madres: la madre biológica, la madre patria y la madre que los parió. Pero, en esencia, es un homenaje a los que no están y han ayudado a que uno pueda estar.

Mejor ver la película que seguir leyendo.

No obstante, añadiré que quien vea la película se verá recompensado con un buen método para sobreponerse a los avatares que la vida trae.

Todo al río.

El espanta tiburones

Hola, hola.
 

Ya se ha estrenado la última de animación de Dreamworks: "El espanta tiburones".

Por mi parte, este estreno estaba concertado con mi taquillera favorita. Habíamos quedado que, aparte de asistir al estreno, llevaría el histórico bocata de chorizo con chocolate. "Como en los viejos tiempos", comentó cuando quedamos. Y así hice.

Volviendo al tema de la película, comentaré que es una auténtica orgía visual de animación. Todo se mueve. Hay personajes en movimiento por los lugares más recónditos de la pantalla. La acción transcurre en un arrecife, poblado de anuncios luminosos de 'Coral-Cola', con una gran pantalla de televisión desde donde la periodista Katie Current cuenta todo lo que ocurre. Y peces de colores llevan cámara de televisión para que las noticias tengan imagen en la pantalla; porque lo que no sale por la tele, simplemente, no existe.

Y el 'prota' trabaja en un tren de lavado de ballenas, un "whale wash" en la versión original. Y quiere vivir en el barrio pijo, situado en la parte alta del arrecife. Y tiene una deuda de 5000 chirlas por satisfacer. Y se enrolla de tal manera que le sueltan un 'No te vayas por las algas' para cortarle la cháchara.

Y hay unos tiburones, que residen en el casco del Titanic, cuyo jefe, Don Lino, tiene un lunar en lado derecho de la cara. Y cuando, por razones de la planificación del diálogo, la cámara está detrás suyo, se aprecia perfectamente el lunar en la parte baja del lado derecho, como corresponde.

Acabada la sesión, bajó de la cabina el Jefe, hombre de cine y sobre todo de cine de animación. Nos saludamos y comentamos brevemente. "No está mal pero me gustó más Shrek", concluyó antes de ir a apagar las luces del local.

Y me quedé pensando en sus palabras. Y creo entender porqué opinó así.

En Shrek, el protagonista está contento de sí mismo y no tiene traumas ni sufre represiones por el qué dirán los demás. Por ejemplo: en Shrek-1, está en la charca y se suelta un cuesco que genera dos burbujas que parecen dos hongos nucleares; en Shrek-2, el cuesco es tal que produce turbulencias en la cota de mallas que lleva. Él está bien consigo mismo desde comienzo de la historia, los problemas le vienen de fuera.

Aquí, el 'prota' tiene problemas internos desde comienzo de la historia. Quiere lo que no tiene y no aprecia lo que tiene. El segundo 'prota', el tiburón hijo de Don Lino, no vive porque no le gusta ser tiburón, es vegetariano y no se atreve a confesarlo a su padre.

Ambos dos mienten para sobrevivir en su entorno y cuando se encuentran, se utilizan mutuamente para sostener las mentiras del otro. Al final, claro está, todo se resuelve; que esto es una película.

Shrek es abierto y seguro. El Espanta Tiburones es cerrado e inseguro. Normal que uno guste más uno que otro.

Sin embargo, hay que desechar ciertos tópicos verbales: una película de animación no tiene porqué ser para críos, al igual que una película para adultos no tiene porqué ser de sexo y violencia.

Shrek es un cuento de hadas. El espanta tiburones es una comedia de situación.

Los personajes del espanta tiburones son bien reales, aunque la realidad no sea del agrado de todos ni tampoco se resuelvan los conflictos como ocurre en cualquier buena película que se precie. En eso consiste la magia del cine, en resolver realidades ficticias.

El Espanta Tiburones, un signo de nuestros días.

Un saludo desde el teclado.

viernes, octubre 01, 2004

El bosque

Especial

de 'El bosque' a 'Munich'

 

Hola, aloh.

Hablo aquí y ahora de "El Bosque"; de título original "The Village", o sea, 'La Aldea'.

Confieso que durante el transcurrir de la película fui evolucionando de la expectación a casi la decepción, sin rozar la inquietud que, quizá, era lo esperado dentro de la línea de su director, M. Night Shyamalan. Y es que no me creía lo que estaba viendo, lo encontraba maniqueo y falsamente anacrónico.

No obstante, algo había en la pantalla que mantenía vivo el interés, algo que luego resultó ser la coherencia y la sencillez de exposición. Algo que, dejando el tema formal y centrándose en la historia, cuando aparece el vigilante del parque que tiene como nombre el apellido de la chica que le pide ayuda tras haber saltado el muro, en ese instante, es como si cayese el velo que ha mantenido oculta una estatua y dejase al descubierto las exuberantes formas que inconscientemente se intuían, imperceptibles pero existentes. Y, me descubro ante la película. Más vale tarde que nunca. Los últimos minutos recuperan toda la historia y donde empezaba a anidar la decepción acaba naciendo la satisfacción de estar ante una fábula políticamente correcta que, cual lobo vestido con piel de cordero, se ha infiltrado en la manada del mundo del entretenimiento para, desde tan espectacular ubicación, morder la yugular de la mentalidad socialmente dominante, perfectamente representada por el concejo regidor.

Así pues, no dejemos que el "arbusto" nos impida ver más allá del bosque que rodea la idílica aldea que cierto sector privado se ha montado con los fondos obtenidos por aquellos de sus espíritus más emprendedores que, una vez conseguida su monetaria fortuna, no han sabido aceptar las pérdidas personales que el destino les ha infligido con lo que no dudan en recluirse en su moldeada aldea para, una vez allí y en virtud del poder de su propia razón, aplicar tácticas de terrorismo social para mantener la aldea en calma consigo misma y unida ante el latente horror, esta vez controlado, que la rodea.

Porque, no nos engañemos, por el camino de la trama que se resuelve poco antes de los títulos de crédito han quedado unos integrantes de la comunidad que han sido sacrificados, muertos y desollados, en aras de la salvaguarda de la aldea pues, en el fondo, eran socialmente prescindibles. Todo esto me resulta demasiado familiar y próximo. Familiar por conocido. Próximo porque, como cada día, esta noche, en casa, volveré a ver en los noticiarios el macabro balance de los ataques de unos y otros en Irak.

Un saludo desde la aldea global.